Revista Viajes
En los confines de Cantabria, lindando con la provincia de Palencia, enclavado entre las cordilleras de Peña Labra y Peña Sagra, se encuentra Polaciones. A este municipio se llega tras serpentear por una carretera de pronunciadas curvas que salva la garganta del valle alto del río Asón y que ofrece unas increíbles vistas del valle y de la impresionante obra de ingeniería que es la presa del embalse de la Cohilla. Varios enclaves poblacionales se distribuyen a lo largo de este vasto ayuntamiento, todos con un carácter eminentemente rural, ganadero especialmente, y que ofrecen unos bellos paisajes.
Nosotros nos detuvimos en la localidad de la Lombraña, en donde se encuentra el edificio del ayuntamiento de Polaciones. Unas pocas decenas de casas de piedra salpicadas junto a una carretera que te lleva y muere a las faldas del pico Tres Mares cuya cumbre alimenta una decena de arroyos que más tarde unirán sus aguas formando el río Nansa. El pico Tres Mares, de 2.175 metros de altitud sobre el nivel del mar, debe su nombre a que, precisamente, sus aguas desembocan en los tres grandes mares que bañan el territorio español. Por el oeste sus nieves derretidas acaban en el río Nansa que desemboca en el bravo mar Cantábrico. Por la vertiente sur del pico deslizan las aguas que alimentarán al río Pisuerga que a su vez se une al río Duero que acabará entregando su caudal al océano Atlántico. Ya por último, la vertiente norte alimenta al río Hijar y al Ebro para acabar en el mar Mediterráneo. Además en la cumbre más alta de la estación invernal de esquí de Alto Campoo. Un caso único en España.
En la Lombraña muchas de las casas rurales cargan con siglos sobre las cansadas piedras de sus muros y paredes. Apenas un puñado de habitantes continua viviendo en esta pequeñísima capital del ayuntamiento de Polaciones arremolinados entorno a la pequeña Iglesia de San Sebastián, cuyo origen fue románico muchos siglos atrás y del que queda poco tras diversas reformas en los siglos posteriores. Un escueto campo santo con unas pocas tumbas y no muchos más nichos se yergue frente al campanario y cuyas visitas más frecuentes son de los numerosos senderistas que por allí transitan.
Los caminos que parten de la aldea son ideales para largas jornadas de trekkin entre bosques de hayas y robles, riscos y abundantes prados donde pasta la vaca tudanca, autóctona de este valle. Pero cuidado, este territorio de paisaje salvaje y en ocasiones abrupto a los pies de Peña Labra es terreno dominado por la fauna salvaje entre la que se incluye jabalíes y alguna que otra manada de lobos ibéricos. Amén de algún que otro oso pardo buscando algo que llevarse a la boca con la esperanza de conseguir el suficiente peso para poder hibernar y pasar otro duro invierno en las montañas que rodean Polaciones.
Dos de las edificaciones que más destacan junto a la iglesia son el sobrio edificio del Ayuntamiento de Polaciones celosamente vigilado por un simpático perro border-collie y la Casona de Lombraña con su fabulosa fachada luciendo sendos escudos heráldicos.
El embalse de la Cohilla ofrece paisajes realmente bellos. Esta impresionante obra de ingeniería civil construida en el cañón de Bejo aprovecha la estrecha garganta del río Asón en su cabecera para el acopio de agua y para producir energía. En el momento de su construcción fue la presa de bóveda más alta de España. Se sitúa a medio de camino de la zigzagueante carretera que une los pueblos de La Lastra y Polaciones. Las vistas desde la carretera del enorme muro de hormigón que forma la presa son espectaculares y, por contra, las vistas que disfrutamos en la parte opuesta, desde la propia presa del cañón de Bejo, soberbias. En la fotografía se puede apreciar la enrevesada carretera de acceso. Desde aquí pudimos contemplar el elegante vuelo de tres enormes ejemplares de buitre leonado patrullando en busca de carroña. Sin duda en este valle unos prismáticos siempre serán útiles.
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