Cuando una persona tiene un cierto poder (por escaso y cochambroso que pueda ser), la tendencia humana tiende a que sea usado mal y a destiempo. Por eso hay inspectores de Hacienda y policías, pero también guardias de seguridad, o muchos funcionarios que, en un momento dado, descargan sus frustraciones con los demás, haciéndonos pagar su mal día… o su mala (e insignificante) vida. Un policía frustrado no dedicará su tiempo a ayudar al ciudadano ni a solucionar sus problemas, un policía frustrado solo pensará en desfogar sus desvaríos a base de amenazas o de poner multas, según casos y condición personal. De una manera u otra hará abuso de su «poder», aunque ese poder sea tan ridículo o nimio como el hecho de tener una placa deslustrada y un bloc de notas deformado por el bolsillo mugriento de su pantalón de uniforme, dos tallas más pequeño de lo que le corresponde.
¿Hay mucho policía frustrado?
Un policía frustrado siempre será un peligro. Quizás deberían tener más controles psicológicos.
Estoy convencido de que sí, personalmente he conocido a algunos que, por su actitud, no puede haber otra explicación que la de su frustración familiar, o personal, o espiritual, pero frustración al fin y al cabo. Poner ejemplos concretos en muy difícil, y quizás por eso no he hablado de este tema a menudo en el blog. Hacerlo hubiera podido ser interpretado como que el frustrado soy yo, y nada más lejos de la realidad. En este caso me ha venido al pelo por una noticia que leí hace unos días.
Se trata de un policía local de Vitoria que, apenas dos días antes de jubilarse se pone a multar como un descosido y se lleva por delante (bloc de denuncias en mano) a 205 conductores por exceso de velocidad. Si eso no es ser un policía frustrado, ya me dirán cómo llamarlo. Pero el mundo ha tenido suerte esta vez, este policía frustrado ha decidido usar en sus últimos días de servicio un arma no mortífera: el radar. ¿Y si le hubiera dado por utilizar la otra arma? Al fin y al cabo hablamos de frustraciones humanas, y cada uno las descarga como le viene, y quien tiene a mano un arma… siempre es un peligro mayor para el mundo.
Puede que las multas se acaben anulando porque desde el Ayuntamiento se adivina un cierto cabreo, entre otras cosas porque este hombre usó el radar sin orden previa y en lugares no especificados, cuando, desde hace algún tiempo, el Ayuntamiento tenía establecidos unos puntos de control que siempre eran los mismos para evitar polémicas con las típicas maniobras policiales de esconderse tras los contenedores de basura.
Sea como fuere, un policía frustrado siempre es un peligro.
Ramón Cerdá
Policía frustrado, uno más was last modified: abril 16th, 2015 by Ramón Cerdá