Si creiamos que sobraban razones para sentirse indignados, hoy tenemos una más que sumar a una larga lista de atropellos democráticos. Un agente de la guardia urbana de Barcelona se lamenta en su perfil de Facebook por no haber tenido la oportunidad de golpear a las personas congregadas el pasado viernes en la plaza de Catalunya, en la capital condal. “Lo mio ha sido como estar en una pastelería y no poder comer ni un trocito de pastel…tanto hijoputa y ni una colleja he podido dar…estoy hasta por currar el sabado por la noche con lo del barça…a ver si suena la flauta…”. Todo un ejemplo de servicio público y policía democrática, que, pese a su gravedad, sólo merece un expediente informativo, que de momento no implica ninguna sanción. Las palabras del agente urbano son un caso claro de incitación a la violencia, insultos y vejaciones a la ciudadanía, y vulneración del derecho de manifestación, que un estado realmente democrático debería proteger, en lugar de reprimir por la fuerza. Me preocupa la sinrazón de un señor, que disfruta de la visión de los Mossos golpeando a las personas congregadas el pasado viernes en la plaza de Catalunya, pero me preocupa aún más que sus declaraciones sean compartidas por sus superiores y compañeros, y algo me dice que puede ser así.