A finales del mes de febrero pasado varias asociaciones médicas y sanitarias denunciaron un acuerdo entre la Guardia Civil y varias compañías tabaqueras. No es la primera vez que industrias “sucias” tratan de lavar su imagen asociándose a las policías. Las farmacéuticas también lo hacen.
El impacto del tabaco en España sigue siendo alarmante: 160 personas mueren cada día a consecuencia del tabaco. Según la Encuesta Estudes 2014-2015 presentada por el Plan Nacional sobre Drogas, en España, cada día 375 jóvenes empiezan a fumar tabaco. La industria tabaquera, principal responsable del tabaquismo lo sabe y entiende que las crecientes medidas tomadas por los gobiernos de todo el mundo para frenar este enorme problema de salud pública pone en jaque su negocio.
Así que ¿qué mejor “lavado de cara” de cara que asociarse con la Guardia Civil para “combatir el contrabando de tabaco”? Es lo que hicieron Philip Morris, Altadis y Cetarsa a finales de 2015.
Firmaron un acuerdo con la Guardia Civil tan insulso, por carente de contenido, que ni en la página No contrabando de Altadis son capaces de explicarlo; llegan a indicar:
Este acuerdo de colaboración es el resultado de la preocupación que ambas partes albergan hacia el grave perjuicio que ocasiona el contrabando de tabaco y el fraude vinculado al mismo”.
Como si los graves daños a la salud pública del tabaquismo fueran ocasionados por el contrabando y las víctimas del fraude (sanitario legal) fueran sus productores. En suma, una auténtica campaña de greenwashing (lavado verde) que dicen los anglosajones.
El Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), la Organización Médica Colegial (OMC), la iniciativa ciudadana “Por qué nosotros” para el avance de la Ley de Tabaco (XQNS) y el Centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco (Institut Català d´Oncología) denunciaron públicamente el acuerdo entre la Guardia Civil y las compañías tabaqueras por considerar que vulnera el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud.
Así lo pusieron de manifiesto en la Jornada sobre “El control del tabaco en la nueva agenda política”, en la que estos colectivos sanitarios y ciudadanos expresaron su preocupación por la evidente falta de atención de la agenda política y parlamentaria del control del tabaco en España.
Esto provoca un retroceso de la Ley 42/2010, las políticas de espacios sin humo, así como el olvido del empaquetado genérico y frecuentes vulneraciones del citado Convenio de la OMS por parte incluso de la Administración central del Estado.
La industria tabaquera fue la inventora del lobby moderno. Cuando hace más de 50 años empezaron a documentarse los efectos nocivos para la salud de fumar, crearon asociaciones que exigían su derecho a hacerlo, sufragaron a científicos para que sus informes exculparan al tabaco y en definitiva, desarrollaron la mayor red de negacionismo y siembra de dudas jamás vista. Su éxito es, aún hoy, obvio.
Y no es la única industria que se aprovecha de las policías. Que muchos medicamentos que hay en las farmacias sean peligrosos e ineficaces y que en nuestra sociedad estemos sobremedicados no importa tanto.
Desde hace algunos años algunos laboratorios farmacéuticos desarrollan campañas de lobby (otros lo llaman comunicación) de diferente intensidad destinadas a crear ciertos temores para impulsar aplicaciones encaminadas a controlar absolutamente toda la cadena del medicamento, desde que sale del laboratorio, pasando por su tránsito en las farmacias, hasta que llega al botiquín casero.
El medicamento más falsificado del mundo es Viagra, de Pfizer. En torno a Viagra y muchos medicamentos también existe contrabando. Muchos fármacos que en ocasiones son poco eficaces y muy nocivos y que a buen seguro una rigurosa revisión de su relación beneficio riesgo NO resultaría favorable. Pero están en el mercado de igual modo y a las farmacéuticas, como a las tabaqueras, les molesta perder una parte de su negocio, que es de lo que va todo esto por si alguien no se ha dado cuenta.
Hace ya unos cuantos años que la Organización Mundial de la Salud se ha sumado a la causa de las farmacéuticas de perseguir la falsificación de medicamentos y ha desarrollado operaciones coordinadas por la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL).
En este enlace cita como fuente de información el Pharmaceutical Security Institute -organización financiada en parte por la industria farmacéutica-, según el cual la mayor parte del comercio de medicamentos falsificados se desarrolla en Asia.
También cita estudios sobre este asunto hechos por Pfizer, una de las pharmas más preocupadas pues como ella misma reconoce, los fármacos para la impotencia masculina son de los más falsificados. Por mi parte, documentaros mediante este buen reportaje de investigación (en catalán) quiénes financian la OMS con aportaciones voluntarias, veréis a los mayores fabricantes de vacunas y otros medicamentos, por ejemplo:
The Task Force for Global Health. És la 4a entitat caritativa més gran dels EUA. Donants: farmacèutiques Pfizer Inc., Merck o GSK i fundació Bill Gates”.
Y comentaros que quienes hacen “aportaciones voluntarias” tienen el poder de decidir dónde van a parar sus aportaciones, no lo decide directamente la OMS siquiera.
El tabaco y los medicamentos y productos sanitarios nocivos están en el mercado y causan cientos de miles de defunciones anuales en todo el mundo (la iatrogenia o muerte por efectos de tratamientos médicos es la tercera causa de muerte). Sus fabricantes tienen responsabilidades que nadie les exige y por eso las policías no actúan contra ellos.
De las policías se espera que protejan los intereses ciudadanos antes que los empresariales. Los acuerdos que protagonizan este post no ayudan a que la ciudadanía lo entienda así. Parece más bien que las policías son cooptadas por las industrias para intentar acabar con la competencia y de paso “llevarse bien” con quien puede algún día mirar hacia el propietario de la patente antes que al contrabandista.