LOS CONSUMIDORES DE información en los medios tradicionales lo tienen claro. Siempre compran el mismo periódico, ven las noticias en el mismo canal de la tele y suelen sintonizar su emisora de radio de toda la vida. Es una fidelidad rayana en la lealtad eterna que, de paso, sirve para crear unos lazos muy estrechos y personales entre los medios y sus oyentes, lectores o televidentes. Cuando uno apuesta informativamente por un periódico, una cadena de radio o una tele, suele ser para siempre, salvo las naturales decepciones. Es como si estuviéramos ante un matrimonio para toda la vida, con algún flirteo oculto con los medios de la competencia, si bien no suele ser lo habitual. Yo no sé si los medios de comunicación son conscientes, imagino que sí, de la importancia de esa relación, que llega a ser incluso sentimental.
En Internet, en cambio, la cosa cambia. Y digo yo que no será tan sólo porque las nuevas generaciones no tienen tan interiorizado ese concepto de "fidelidad matrimonial" a su diario, a su tele o a su radio. En el mundo digital la tendencia es la de ir picoteando de aquí y de allá. Esta "universalización" obedece, sin duda, a la gratuidad de los contenidos, de tal forma que casi nadie se ata a un medio en concreto. Es natural que cada uno tenga sus webs de referencia, si bien se impone la tendencia de informarse "a la carta". Los agregadores de noticias tipo Google News, las redes sociales, los blogs, las alertas informativas y las newsletter, que permiten recibir aquellas noticias que sólo interesan a sus suscriptores, nos están abriendo un mundo nuevo cuyo horizonte no alcanzamos a ver. Lo mismo ocurre con los contenidos televisivos donde, por ejemplo, los celebrados reportajes urbanos de Callejeros (Cuatro) arrasan online; o en menor medida con los podcasts radiofónicos, si es que algún día el invento acaba de funcionar e implantarse como debe.
Tiempos de cambio, en definitiva, donde lo mejor está por llegar y en los que este "intercambio de parejas" no sólo no está mal visto sino que se practica con total naturalidad. Los matrimonios informativos de toda la vida ya no existen en la red. En el mundo digital, los lazos de la monogamia se han roto por completo. Ahora lo que manda es la "promiscuidad informativa". Y a mi, la verdad, me gusta.