En muchas ocasiones, cuando los masones escuchan a un hermano en el taller parece percibirse en la atmósfera cierta ansia de réplica, de duda, o de conformidad que generalmente se resuelve, o se expone, o se satisface, ajustándose a la concordia entre hermanos.
Cuando se cierran los trabajos bajo el velo discreto de la hermandad, se quedan entre columnas todos los pareceres y opiniones perdurando y creciendo los mejores bajo el patrocinio del espíritu masónico.
Casi de todo se puede tratar sobre el piso ajedrezado sin amenaza a la fraternidad, sin provocar distanciamientos, sin desafinar relaciones a pesar de la dispar opinión libremente expresada. La diferencia se resuelve con trato fraternal y puede ser, como casi siempre sucede, que enriquezca al taller y presente a otros al menos la posibilidad de un nuevo conocimiento o perspectiva. La disciplina masónica se basa ante todo en la tolerancia y en un respeto que aglutina consideraciones y media entre las distintas calidades. Se impone el orden precisamente por la aceptación de la diferencia. Las individualidades así se alinean y no sobresalen ni se retrasan, simplemente se respetan en una diversidad necesaria que forma una rica integridad: La Logia.
En mi opinión; uno es amo de sus ideas y no lo es de la ideología o de la fe.
Ese conjunto de doctrinas religiosas y políticas conforma un traje fundamental, de talla única, del que casi todos pensamos que nos sienta tan bien; que parece hecho a nuestra medida. La ideología, la postura política, generalmente es de uniformidad irrefutable y sin enmienda. Los temperamentos se pueden refinar, modificar e incluso mutar, pero los dogmas son invariables y definitorios. El posicionamiento ideológico es esencialmente político y generalmente no admite modificación o disidencia por parte del individuo. La "razón política" es un dogma al igual que la fe y por lo tanto es inalterable. Puede cambiar el creyente sólo dejando de ser creyente, no hay variable. A la ideología se la acepta o se la rechaza en su totalidad. Según el posicionamiento y la defensa o ataque ideológico, sabemos donde está cada uno y si está entre "los nuestros" o no. Ante una manifestación ideológica adversa, frecuentemente se adopta una prevención defensiva inconsciente, o, cegados por los prejuicios como lamentablemente sucede en demasiadas ocasiones, se genera un rechazo displicente, un ataque contra el "otro" por ser enemigo, no ya de nosotros mismos; sino del sentido común, de la historia, de la verdad, o de la humanidad entera.
A pesar de ser un atento seguidor de la actualidad política, y de valorar la necesidad, su importancia en la construcción de una convivencia mejor; creo innecesario e insoportable el debate político en la logia por que se correrá el peligro de enturbiar relaciones, de alargar las distancias, de crear separaciones y de hacer evidente lo irreconciliable de los extremismos, como sucede y sucedió siempre en el mundo profano.
Qué utilidad tiene, qué ventaja, exponer criterios políticos tan machaconamente reiterados por "el gran hermano" mediático, por qué infiltrar en el taller la pasión política. En qué beneficia a la orden la discusión, el planteamiento o el posicionamiento político. ¿Qué riesgos se asumirían?
La fraternidad se edifica poco a poco durante muchas tenidas y puede derrumbarse en un preciso instante a causa de un debate desbocado y maniqueo. Además de la amenaza de descompensar y romper el equilibrio: ¿Será interesante para todos asistir a tenidas donde se escuchen las apologías y los rechazos hasta el colmo reiterados por cada uno de los partidos y sus voceros mediáticos?.
Mi interés por la masonería se basa en que la entiendo como una Institución universal, esencialmente ética, filosófica e iniciática, cuya estructura fundamental la constituye un sistema educativo, tradicional y simbólico mediante la práctica de un humanismo abierto que exalta la tolerancia y rechaza toda afirmación dogmática y todo fanatismo y sobre todo; porque aleja de sus Templos las discusiones de política partidista o de sectarismo religioso. Estamos, pues, más que ante una asociación política ante una escuela de ética que persigue un fin exclusivamente moral y que opera en el campo libre de la filosofía y de la enseñanza.
LAS CONSTITUCIONES DE ANDERSON dicen: También debe abstenerse de decir y de hacer cosa alguna que pudiere herir o romper la buena armonía que entre todos debe reinar siempre; por ésta razón, no deben llevarse a éstas reuniones, odios privados sin motivo alguno de discordia y sobre todo, deben evitarse en absoluto las discusiones sobre religión y política, sobre nacionalidad, puesto que los masones, como antes hemos dicho, no profesan otra religión que la universal, y que pertenecen a todos los pueblos, a todas las lenguas, y son enemigos de toda empresa contra el gobierno constituido; la falta de observancia de éstos preceptos, han sido y serán siempre funestos para la prosperidad de las Logias.
Sabemos que este criterio se acerca más al de las "obediencias masónicas regulares del mundo". Sus " landmarks" prescriben la creencia en Dios, la presencia de la Biblia en los templos, y la prohibición de hablar de política o religión en el interior de los lugares sagrados.
El Grande Oriente de España el 16 de febrero de 1873, a raíz de la proclamación de la 1ª República, reafirmaba, una vez más, el apartidismo político de la Orden:
"La Masonería -se decía en la circular- no pertenece a ningún partido político. En su seno se agrupan todos los hombres de buena voluntad, y no se les pregunta si vienen del campo de la Monarquía o de la república, con tal que ofrezcan trabajar por la libertad, por la igualdad, por la fraternidad del género humano."
Pero sí es obvio, por estos textos, que la masonería, como institución, se inhibe de las cuestiones políticas, como asociación de hombres libres no puede impedir que los masones, a título individual, actúen en política como ciudadanos que son. Y no sólo no lo prohíbe sino que lo fomenta por cuanto la política es una de las vías de realización del ser humano y de intervención en el perfeccionamiento de la sociedad. En el amplio espectro de las opciones políticas que la sociedad ofrece al ciudadano, el masón puede inclinarse por una u otra, siempre y cuando dicha opción no se oponga a los principios éticos y filosóficos de la orden. Además es conocido que la Masonería, por intermedio de sus miembros, ha tenido gran influencia en diferentes tipos de legislaciones relacionadas con la libertad de pensamiento, derechos humanos, educación libre y laica, seguro social y otras que son parte integral de la concepción socio-moral Masónica.
La opinión contraria a la de la regularidad se reconoce en algunas logias liberales. En 1926, se preguntaba Martínez-Barrio, gran maestre de Andalucía, en una ponencia oficial: "¿Estamos resueltos, de verdad, a que la masonería invada la actividad liberal de España?". En la subsiguiente Asamblea se aprobó que la masonería llevase "la dirección espiritual de la vida liberal del país".
En la Asamblea nacional masónica de 1927, Barea, en representación del Consejo, dijo que "la masonería era política o no era nada".
En nuestro tiempo, el Gran Oriente de Francia en España dice:
"No limitamos en nuestras logias los temas de debate, entendemos que cualquier tema puede ser tratado en las logias, por lo tanto rechazamos la afirmación que hay temas "a evitar" en las logias."
A mi entender, los fines de la masonería no son políticos, aunque a veces, y por estar comprometida con el desarrollo social, se ha pronunciado en temas relacionados con la política, desde un punto de vista genérico y no partidista. En España realizó pronunciamientos de tipo general, en defensa, como cualquier asociación más de sus ideas. A mediados de octubre de 1868, el Gran Consejo pedía al Gobierno provisional la libertad de cultos, la aconfesionalidad del Estado.
Cito a continuación otras opiniones referentes a la religión:
El Cristianizar la Masonería o limitarla a las amarras sectarias de cualquier credo, no solo la deformaría y empequeñecería, sino que así como siempre han surgido luchas entre las sectas religiosas, como resultado inevitable se pondría a hermano contra hermano, y a Logia contra Logia.
"Dr. Buck, Masonería Mística".
El célebre René Guénon desautoriza en muchos de sus escritos las tentaciones políticas y racionalistas de muchas obediencias masónicas y considera que la masonería constituiría sobre todo una vía factible para el trabajo metafísico e iniciático.
Como conclusión; ya sabemos que la masonería no se define como un "ismo" sino como un método, no como un sistema de creencias sino como meta-sistema. La ortodoxia política con sus ideologías y doctrinas excluyentes, debe permanecer en territorio profano dejando franco este espacio sagrado. A mi entender; la presentación de cualquier ideario u opinión política por parte de cualquier hermano hará brotar o despertará otros contrarios provocando, no un debate, sino un enfrentamiento, puesto que fe y política exceden a la ética individual y se expresan como norma, como moralidad social.
La postura política es de raíces profundas y es muy difícil trabajar con un hermano que está en el otro extremo, pues las doctrinas fijan, se agarran y se hunden cada vez más imposibilitando acercamientos y la raigambre fraterna. El credo político es en general inalterable o muy poco variable como ya dije y está blindado con prejuicios y consideraciones muy gruesas. Es muy difícil cuestionar o reconocer que nuestro ideario puede estar equivocado, o que es injusto, o que es ineficaz, o que es malo. Lo mismo sucede con la fe. Los masones deben reunir lo que está disperso y no desunir lo que está agrupado introduciendo discordia entre quienes intentan estar en buena correspondencia por antagonismos tan irreconciliables como los políticos.
La política y la fe son la esencia, la estructura ética del ser, lo permanente y social, lo invariable. Base, columna y capitel moral y religioso fabricados durante toda nuestra vida. Columnas que sostienen y justifican al individuo. Especular sobre nuestros cimientos, excavar por debajo de ellos dejándolos en falso, debilitando especialmente lo ideológico, o reforzando y edificando simpatías u opiniones propias o del grupo en terreno íntimo, a mi parecer, no tiene función ni valor masónico.
Si la logia es soberana; puede en su libre disposición prohibir el tratamiento, la exposición a favor o en contra o neutra de lo político y de lo religioso. No tiene por qué trabajar el taller con materia que no agrade a los hermanos y si así lo dispone una mayoría; no supone renuncia, si no rechazo.
La masonería es un territorio neutral y heterodoxo, no tomado, no dominado por la ideología o el dogma. Ahí se debería edificar el templo, ahí está la logia, el taller donde me gustaría pulir mi piedra, fraternalmente y sin discordia.
VMM/ El Masón