Cada uno expuso sus credenciales, sin salirse del guión, añade Bassets. Clinton, como una candidata con un dominio detallado de los temas, sin perder los nervios, sonriente durante buena parte de los noventa minutos que duró el duelo, y haciendo gala de su larga experiencia política. Trump, poco preocupado por los detalles, y con mensajes sencillos sobre el libre comercio, el crimen o la política exterior que llegan a su electorado, formado en gran parte por hombres blancos de clase trabajadora. Clinton buscó el cuerpo a cuerpo, en un intento constante de provocar uno de los exabruptos de Trump. Entre el moderador, Lester Holt, y la propia Clinton, dejaron en evidencia sus mentiras. Por ejemplo, su afirmación de que se opuso a la Guerra de Irak en 2003, desmentida por declaraciones públicas del magnate en aquella época."No tiene la imagen [de presidenta]. No tiene aguante", atacó Trump. Y así sembraba de nuevo dudas sobre el estado de salud de Clinton, a lo que esta respondió recordando que, como secretaria de Estado, había viajado a 112 países y negociado acuerdos internacionales. "Que él me hable de aguante...", añadió.“Ella tiene experiencia, pero es una mala experiencia”, dijo Trump, cuya currículum diplomático es inexistente.“[El de Trump] no es el temperamento adecuado para ser comandante en jefe”, dijo Clinton tras contrastar sus esfuerzos para alcanzar un acuerdo diplomático con Irán con las bravatas de Trump ante los iraníes.Cuando Trump echó en cara a Clinton que despareciese de la campaña durante unos días, Clinton respondió: "Creo que Donald acaba de criticarme por preparar este debate. Y sí, lo preparé. ¿Y sabe para qué más me preparé? Me preparé para ser presidenta." Era una manera de decir que su rival carece de la preparación para ocupar el Despacho Oval.Ella le llamaba a él Donald. Él alternó entre “secretaria Clinton” y “Hillary”. Él aparecía crispado y serio; ella, con una sonrisa condescendiente, como si su oponente fuese un niño travieso y ella su madre o profesora.Un argumento recurrente de Trump, sigue contando Bassets, fue que Clinton lleva treinta años en política y ha fracasado; que su experiencia como hombre de negocios y novato en la política le permitirá resolver los problemas de EE UU; que la política exterior de Clinton fue lo que propició el ascenso del Estado Islámico. El republicano avanzó cuando expuso su discurso proteccionista en defensa de la clase obrera, de tribuno de los trabajadores desamparados ante el vendaval de la globalización, el cierre de fábricas y su traslado a países como México, que citó varias veces.Tan llamativo fue lo que dijo como lo que calló. Apenas habló de inmigración, uno de sus temas estrella, añade el corresponsal de El País. Tampoco lanzó ningún insulto espontáneo. No hubo un circo Trump, y esto ya es un pequeño éxito para los republicanos, que temían que una payasada de su candidato arruinase el debate. No fue un debate de groserías como lo fueron otros en las elecciones primarias del Partido Republicano.En cambio, añade, Trump tuvo que enfrentarse a un continuo ataque de Clinton por la falsedad de muchas de sus afirmaciones. Uno de los momentos más intensos ocurrió cuando la candidata demócrata insinuó que el republicano mantiene ocultas sus declaraciones de hacienda porque esconde que es menos rico de lo que dice, porque no da dinero a la filantropía, porque no paga impuestos, o porque cuenta entre sus deudores a extranjeros que le condicionarían si llegase a la Casa Blanca. También recordó a la audiencia pasados comentarios misóginos del republicano, y expuso sus prácticas empresariales, entre otras el impago a los proveedores, o las repetidas suspensiones de pago de sus empresas. El objetivo era quebrar la imagen de Trump como empresario de éxito y defensor del ciudadano de a pie, y retratarlo como un plutócrata que precisamente se aprovecha del ciudadano de a pie.“Todo son palabras…”, dijo Trump para retratar a Clinton como una política tradicional, poco fiable y eficaz. A la pregunta de por qué durante años difundió la “mentira racista”, en palabras de Clinton, sobre el certificado de nacimiento de Barack Obama, Trump replicó con una confusa explicación que atribuía el cuestionamiento de la nacionalidad del primer presidente ne a colaboradores de Clinton. “Donald", dijo Clinton en otro momento, "sé que vives en tu propia realidad”.El mundo vio durante noventa minutos el contraste entre dos Estados Unidos, dos candidatos que provocan más rechazo que adhesión, pero ambos, a día de hoy, con opciones a la Casa Blanca.
Donald Trump y Hillary ClintonY ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendtHArendt
Entrada núm. 2929[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)