A menudo nos sorprende el hecho de no haber tenido un presidente del gobierno que sepa hablar inglés, algo que hoy por hoy se pide para casi cualquier empleo, sin embargo, lo que cuesta creer es que los políticos no sepan leer y, sin embargo, pasa.
Aunque no soy partidario del partido de Pablo Iglesias, sí que me alegro de que a los partidos mayoritarios se les haya dado un toque de atención con la única forma que nos han dejado. A pesar de todo, siguen sin darse cuenta de lo que la gente les quiere decir, siguen sin saber leer los resultados.Preocupado por lo que dicen las urnas, Marino Rajoy, presidente de España por la gracia de de dios (o sea por pura chorra) y porque no había nadie menos malo, decide iniciar un plan de estímulo y gasto al más puro estilo del plan E de Zapatero. Volvemos a lo que nos hundió, pero pintándolo de otro color.
Lo que, a mi entender, los políticos no son capaces de leer es que la gente sí quiere austeridad, pero no austericidio. La gente quiere que no se gaste más de la cuenta en estupideces, politicastros, familiares y afines a la piara. La gente quiere ahorro, que no se despilfarre SU dinero.La austeridad es buena, como lo son los antibióticos, para un estado lleno de bacterias y parásitos. Es bueno que se contenga el gasto en asesores, lujos y otras estupideces. El problema de España no ha sido la austeridad, que no la ha habido, sino el adelgazar músculo en sanidad y educación para seguir engordando a base de grasa en forma de puestos inútiles en un estado sobredimensionado e ineficiente.
En fin, ya no aspiro a tener políticos que hablen inglés, con que sepan leer y actúen en consecuencia, me conformo.