Mientras los ciudadanos estamos “encendidos” por los recortes, está claro que los políticos están “apagados”, su interruptor está atascado, posiblemente oxidado por falta de uso y solo despierta ante la llamada de sus líderes para cerrar filas.
El “dios mercado” es insaciable y el “sanedrín” se reúne para decidir cuanta sangre es necesario derramar para calmarlo.
No entiendo de economía, ni lo pretendo pero viendo lo que está sucediendo, no soy el único que al parecer no entiende.
Si las decisiones en materia económica no son las adecuadas habrá que rectificar, digo yo.
Si por el contrario, son adecuadas, pero no dan el fruto esperado, habrá que reconducir, supongo.
Perseverar, sin los resultados apetecidos, solo conduce a la búsqueda de culpables, que no se nos da mal, pero tiene un corto trayecto.
Hemos atacado y atracado a los inmigrantes, a los parados, a los pensionistas, a los dependientes, a los enfermos, a los estudiantes, a los mineros, a los funcionarios, a los consumidores…
Pocos colectivos van quedando, auque aún quedan algunos que alguna responsabilidad deben de tener, los políticos, los bancos, los especuladores, los evasores de impuestos, el banco europeo…
Mientras tanto, en algo nos parecemos los políticos y el resto de los ciudadanos, los políticos no están cuando se necesitan, no responden a las peticiones ni a las desesperadas llamadas de los ciudadanos, es decir están “fuera de cobertura”.
Para que seamos iguales, deciden ponernos dificultades para acceder a las prestaciones públicas, intentando dejarnos, poco a poco, fuera del sistema o lo que es lo mismo “sin cobertura”
“… Llamé al cielo y no me oyó.
Y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, no yo.”
Si no aprecio corresponsabilidad en quien debe dar ejemplo, pierdo el interés y me desentiendo.