
Juan José Imbroada Ortiz.
Hay políticos que asombran por su capacidad de abarcarlo todo bajo sus vastos intereses, defendiéndolos a capa y espada. Es el caso de Juan José Imbroda Ortiz, senador popular por Melilla, presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, diputado Asamblea de la Ciudad Autónoma de Melilla, presidente Junta General de ENVISMESA, presidente Junta General de PROMESA, presidente Junta General de INMUSA, consejero general de UNICAJA, viceportavoz y vocal de la Comisión de Defensa en el Senado, vocal en la Comisión de Peticiones en el Senado… Pero no se queda sólo con el sueldo que ignoramos de esa decena de nombramientos, porque Imbroda ha sido, además, hasta el momento –y eso es lo que más asombra–, presidente de la Comisión de Incompatibilidades del Senado, la comisión que debería dedicarse a impedir que sus señorías acaparen cargos y sueldos.
A sus 67 años, Imbroada, profesor mercantil, aseguraba, en abril del 2009, que no retiraría la estatua de Franco de la ciudad, la única que quedaba en España en una vía pública, a no ser que el Ministerio de Defensa le buscara otra ubicación en algún acuartelamiento o en el Museo Militar. Según él, aquella estatua a Franco no estaba dedicada al caudillo, sino al comandante de la Legión que, en 1921, había salvado a la ciudad del sitio en el que se encontraba. Según él, la llegada de la Legión, hacía más de 80 años, al mando de Franco hizo posible que Melilla siguiera siendo española, por lo que la polémica estatua no sólo le representa a él, sino a todos los que vinieron en aquellos momentos. En su opinión, el hecho de dejar aquella estatua no vulneraba la Ley de Memoria Histórica. Imbroda se excusaba en que, al lado de la estatua franquista, había una palmera que hacía juego, y, si se la llevaban, destrozaba el paisaje. Como mascota, Imbroada aseguraba que prefería a la cabra de la Legión que a la gaviota del PP. “Es mi familia –decía– Son mis ancestros”. Aunque no se veía a sí mismo como novio de la muerte.
Tampoco otros personajes se han quedado cortos a la hora de acaparar cargos y sueldos. Agustín González, por ejemplo, es alcalde de la localidad de El Barco de Ávila por el PP, presidente de la diputación de Ávila, presidente de Caja Ávila, además de presidir la comisión de retribuciones, y la de obra social, presidente de ASIDER (asociación que gestiona en la zona los fondos europeos), presidente de la mancomunidad de servicios de Barco y Piedrahita (agua y basuras), presidente de la Fundación Cultural Santa Teresa, consejero del Banco Financiero de Ahorros (matriz de Bankia). Hasta hace un año, también era presidente de la Federación de Cajas de Ahorro de Castilla y León, presidente del consejo de administración del grupo de supermercados El Arbol, y presidente de Madrigal Participaciones. ¿Y cuánto cobra este acalde y presidente de la Diputación, presidente de la Caja y consejero de administración de otras tantas empresas, entre sueldos y dietas? Esto es otro cantar que, según el, a nadie importa, si cumple con su cometido.
