Para comenzar diré que, por mucho que he tratado de encontrar cifras fiables sobre la cantidad de cargos políticos que reciben un sueldo de la Administración Pública, me ha resultado imposible. El motivo es tan sencillo como que no existen cifras oficiales al respecto. Cualquiera sabe que el Congreso de los Diputados cuenta con 350 actualmente, el Senado con 265 a día de hoy, pero a partir de esas cifras, una enorme maraña de asesores, cargos de confianza, Alcaldes, Concejales, Parlamentos autonómicos, Diputaciones Provinciales, Mancomunidades y un larguísimo etcétera, hacen que sea prácticamente imposible calcular este número. Consultado diferentes fuentes, he tenido que hacer una aproximación de entre 300.000 y 450.000. Imposible saber qué cifra es la que se acerca más a la realidad, pero cualquiera de las dos, me parece astronómica, teniendo en cuenta que en países como Alemania, con un número muy superior de habitantes, ronda los 100.000.
Para empezar, la primera tomadura de pelo, me parece que está precisamente ahí. Creo que cualquier español debería tener fácil acceso a este tipo de información y saber qué sueldos cobran, en concepto de qué, y a cuánto asciende exactamente el número de políticos en nuestro país. Básicamente, porque, aunque nos parezca mentira y cueste creerlo, son trabajadores al servicio público, pagados por todos nosotros.
¿De verdad son necesarios tantos? Sinceramente, creo que no. ¿Deberíamos pagarles menos? No creo tampoco que esa sea la solución, sino más bien tener muchos menos a los que pagar y que los que estén, estén mejor preparados. Intentaré explicarme antes de que nadie ponga el grito en el cielo ante esa afirmación. Creo que hay sueldos vitalicios injustificados. Sí, lo pienso realmente. Pero la injusticia que normalmente percibimos cuando nos enteramos de los sueldos de cualquier político, creo básicamente es porque no terminamos de comprobar que realicen bien su trabajo. Y sobre todo, porque a mí personalmente me sobran muchos, pero muchos de los cargos políticos que tenemos actualmente en nuestro país.
Creo que al tratarse de una función pública, al servicio del país y representando a todos sus ciudadanos, el control de los políticos debería ser exhaustivo. Pongamos como ejemplo un Juez o Fiscal. No solo debe completar unos estudios universitarios, lo cual hoy en día tampoco es tan complicado, sino que además debe pasar una dura oposición, y en el caso de del Juez, un cursillo y prácticas posteriores que también debe superar para que pueda llegar a ejercer como tal. Tiene lógica, ya que sus decisiones afectan a muchas personas a lo largo de su carrera profesional. Pero es que las decisiones de un político, especialmente si llega al Gobierno, afectan no a muchas personas, sino a todo un país. Puede que nunca llegues a comprobar si un Juez realiza o no bien su trabajo a lo largo de tu vida, puede que nunca llegues a pisar un Juzgado, pero lo que sí es seguro es que te verás afectado a lo largo de tu vida por las decisiones y la forma de legislar de los políticos. Y se verán afectadas cosas tan importantes para ti como tu economía o tus derechos sociales. Pero al igual que no creo que fuese justo bajar sin más el sueldo de Jueces y Magistrados, que tan duramente deben trabajar para llegar a ese cargo, tampoco me parecería justo bajar el sueldo de un político que tiene una responsabilidad aún mayor. Eso sí, siempre y cuando su capacidad y mérito estuviese a la altura de las circunstancias. Que rara vez lo está. Por supuesto no hablo de “dietas” y gastos que jamás deberían estar incluidos en sus sueldos.
Escucho con frecuencia los debates en el Congreso, debo confesar que me gusta, pero también me desespera. Porque muchas veces descubro que hay políticos que ni siquiera conocen a fondo nuestra Constitución. Y eso es como si un cirujano no supiese de anatomía y pretendiese operarme a corazón abierto. La política se ha convertido en pura cuestión de marketing, y eso me preocupa mucho. Estamos tan obsesionados con defender al partido de nuestra preferencia, o poner en evidencia al que no concuerda con nuestra forma de pensar, que nos estamos olvidando de lo más básico. Por eso, independientemente del partido al que votes, con el que simpatices, pídeles, como primer requisito, menos cargos políticos y más personas cualificadas. Pidamos todos en conjunto, como españoles que somos representados y pagamos sus sueldos, para empezar, una transparencia total en los cargos políticos que estamos pagando con el dinero de la Administración Pública. Es decir, con nuestro dinero. Que exista una relación de cuántos hay, por qué están, y para qué están ahí. Exijamos además otra forma de acceder a los mismos que no se base en los amiguismos dentro del partido o de que un líder tenga o no carisma, sino en un proceso de mérito y capacidad a la altura de un alto cargo público que conlleva una enorme responsabilidad. Es decir, un proceso duro, objetivo y que esté a la altura de la más dura oposición a la que cualquier ciudadano pueda optar en nuestro país. Y entonces, sí consideraré que se han ganado su puesto.
Sin pretender ofender a nadie de ningún partido, no quiero “teatrillos” en el Congreso. No necesito ver a un Diputado que saca una impresora para reforzar su discurso. Ni me impresionan lo más mínimo los eternos debates para depurar responsabilidades. Lo que sí me impresionaría es saber que cada uno de los Diputados que está ahí sentado, tiene unos conocimientos muy por encima de la media, unas capacidades que realmente le permiten estar ahí, que es válido para legislar, para proponer medidas sociales, y que ha llegado a dónde está en virtud de un proceso selectivo que garantiza totalmente su capacidad.
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