Silvia Saavedra, letrada por oposición y después concejal de Ciudadanos, C’s, denunció que los afines a Podemos habían colocado en puestos dirigentes del ayuntamiento de Madrid a 44 allegados, padres, hermanos, hijos, parejas y amigos.
Entre ellos aparece un joven “becario” sin experiencia al que le asignaron 120 millones de euros anuales para administrar la M-30, la gran vía de circunvalación de la capital.
Nada más acercarse al poder Podemos está creando su propia casta, aunque no debería extrañar su nepotismo. Nace en la facultad de Políticas de la Complutense y crece con su endogamia ideológica, donde los amiguetes universitarios que se autopromocionan, presuntamente con dinero venezolano.
La denuncia de Saavedra tuvo mínima repercusión, quizás porque todos los partidos terminan siendo iguales, y a C’s hay ya nepotes tratando de colárseles.
Uno de los capítulos fundamentales de la biografía de un político describe a su familia de origen y la que crea cuando elige pareja.
Es necesario conocerla para calibrar sus virtudes, defectos y códigos éticos, a los que se atiende poco en España, al contrario que países como Francia, Reino Unido o EE.UU.
Los españoles saben más de Hollande, Cameron, Barack Obama, los Clinton o incluso de Donald Trump que de muchos políticos nacionales.
Se conocen lejanamente los orígenes de Rajoy, parcialmente los de Zapatero –que ocultaba a su abuelo franquista—o los de Iglesias Turrión, que miente también sobre su abuelo antifranquista protegido por falangistas.
Pero se sabe poco de Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Ni siquiera la oficina de Prensa del PSOE le ha aclarado al cronista si es nieto o no del general Castrejón, uno de los más terribles militares de Franco, igual que se mantiene silencio sobre los negocios de su padre político, desvelados por el digital Vozpopuli.com.
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SALAS