Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid.
No hay cosa peor que un político prepotente y machista, que desprecie a cuantos no piensan ni son como él, sobre todo a las mujeres, “fuente de toda concupiscencia”. El jueves pasado lo pudimos comprobar al escuchar o leer las manifestaciones de Javier León de la Riva, alcalde vallisoletano del PP, sobre la nueva ministra de Sanidad, Leire Pajín. “Una chica preparadísima –dijo él–, hábil y discreta, que reparte condones a diestro y siniestro. Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir”. Que es como si ya lo hubiera dicho, pero con más fuerza y arrogancia que con las palabras. León de la Riva remataba, definiendo a Pajín como un “personaje de dibujos animados”. Luego, se disculpó por su “exceso verbal”, no por lo que seguía pensando.
Por desgracia, su mentalidad no es excepcional, sino que se repite una y otra vez entre los políticos españoles. Así lo pueden testimoniar otras políticas españolas, como la que fuera hasta hace unos días vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, “aficionada a disfrazarse”, dijo de ella Eduardo Zaplana, ex portador del PP en el Congreso cuando, en una cumbre internacional en Naibori, la ministra se vistió con el traje tradicional del país; la actual ministra de Defensa, Camern Chacón, tratada por algunos, al estar embarazada y tomar posesión de su cargo, como “Carmen, la del bombo” o llamada por la “señorita Pepis vestida de soldado”, o cuando asistía a la Pascua militar de esmoquin y no con vestido largo; la ex titular de Igualdad, Bibiana Aído, tildada y criticada por el hecho de reivindicar su derecho a manifestarse como mujer; o a Carmen Alborch en 1993, cuando, recién nombrada ministra de Cultura, llegaba al Congreso con su oscura melena, de la que pendía una brocha roja o era criticada porque “mostraba sus bonitas piernas”, deseadas desde otros escaños.
Pero no sólo las ministras de izquierdas fueron criticadas por la derecha. También alguna fémina del PP fue fustigada por algún machista de izquierdas. Por ejemplo, la ex ministra Elvira Rodríguez (PP), objeto de un desagradable comentario del alcalde de Barcelona, Jordi Serra, del PSC, quien la definió como “voluminosa”. Alfonso Guerra, en 1982, se refirió a la entonces ministra, Soledad Becerril (UCD), como “Carlos II vestido de Mariquita Pérez”, asegurando que había que “convivir con la economía sumergida como algunas mujeres; no se las puede eliminar”. Y actualmente, al dirigirse a la actual ministra de Exteriores como la “señorita Trini”. Algunas dirigentes del PP, como Ana Mato, vicesecretaria de Organización, califican las palabras de De la Riva de “grosería impresentable” y Arantza Quiroga, presidenta del Parlamento vasco, dice que esas declaraciones “no fueron afortunadas”. Pero, hasta el momento, el presidente del PP, Mariano Rajoy, ni siquiera ha citado la actuación del mencionado alcalde del PP, encubriéndolo, con su silencio. La cúpula del partido, insiste escuetamente en dar por zanjada la polémica y en considerar suficientes las disculpas del alcalde. Y María Dolores De Cospedal, secretaria general, tras señalar que las palabras del alcalde de la Riva, “son unas declaraciones lamentables” y que “ha hecho muy bien en pedir perdón”, ha salido en defensa del regidor vallisoletano, quejándose de que algunos sectores le “quieren quemar en la hoguera”.