1. El buen político sabe que para ganar las elecciones, el Detector de Falacias y Prejuicios, popularmente conocido como Tío Hal, es una herramienta imprescindible. […] Desde que se inventó, sólo dos políticos han llegado a la Presidencia sin someterse a él: Saramagician, que en su momento adujo no sentirse bien ante un público -se sospecha- "lobotomizado" con nanorobots, y Thaler, que consiguió sobornar a Tío Hal con la promesa de derogar la impopular -impopular entre los androides- Ley ‘una persona, un androide’. Promesa que Thaler no cumplió una vez en el poder […] Gracias a lo cual, todo humano sigue teniendo derecho a un androide; no así al revés.(*) Nota de los editores: quizá haga falta recordarle, estimado lector, que dos terceras partes de El Decálogo se las tragó un agujero de gusano provocado.
2. El buen político no toma ninguna decisión importante sin antes consultarlo con el Comité de cronopolítica. El Comité, como todo el mundo sabe, se encarga de comprobar in situ las consecuencias que tendrán en un futuro relativamente cercano las políticas más inciertas […] Algunos dicen que es el viaje en el tiempo ‘del pobre’ […] Conocer lo que pasará si hacemos o dejamos de hacer tal o cual cosa, transformará radicalmente nuestra manera de concebir el presente. El progreso científico y moral, dicen hoy los académicos, por fin ha dejado el tacatá en el trastero.
3. El buen político es consciente de sus propias limitaciones. En cuanto su inutilidad alcanza valores máximos, su voz deja de funcionar y su cerebro le impide tomar cualquier decisión política que perjudique al interés general de los ciudadanos [...] Los políticos no tienen por qué implantarse el chip inhibidor, desde luego, pero si no lo hacen, conseguir votantes más allá de unos cuantos androides averiados y humanos nostálgicos se convierte en una misión casi imposible.
4. El buen político sabe [1] que muchos animales no humanos también pueden, lejos de lo que se imaginaba...
[1] D. Adams, Animales y políticos: la importancia de tener una buena toalla cerca, año 2599.
Este relato fue enviado al Primer Certamen de Relatos Cortos CyD. Pero no ganó :o)