Revista Opinión

Polonia, la pesadilla del liberalismo

Publicado el 27 noviembre 2018 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

“El máximo tribunal de la Unión Europea ha ordenado a Polonia revertir la purga de jueces de su Tribunal Supremo”. Este titular se refiere a una decisión sin precedentes del Tribunal de Justicia de la UE que critica el déficit democrático en la octava economía de la Unión tras las elecciones de 2015, en las que el partido ultranacionalista Ley y Justicia —PiS en polaco— obtuvo mayoría absoluta. A pesar de la decisión gubernamental de acatar esta resolución y restituir a los jueces apartados, el pulso del PiS a la estructura supranacional parece que continuará en los años venideros. Su abrumadora victoria legislativa, sumada al vehemente rechazo a la visión democrática europea, ha puesto en jaque al Estado de derecho polaco constituido tras la caída del comunismo en 1989.

El fin del régimen comunista, liderado por diversas figuras del Partido Obrero Unificado Polaco, dio paso a un Estado de derecho encabezado por el popular sindicalista Lech Walesa, que impulsó una agenda económica capitalista con el objetivo de occidentalizar el país. No obstante, su jefatura se vio marcada por una crisis económica que propició la derrota del carismático líder y llevó al poder al antiguo político comunista Aleksander Kwaśniewski.

Las elecciones parlamentarias de 2015 otorgaron la primera mayoría absoluta en el país al partido ultraconservador Ley y Justicia, con un proyecto basado en la erosión de la separación de poderes que ha provocado el histórico fallo del órgano comunitario. Para comprender el avance del partido, así como el creciente autoritarismo político en el país, es necesaria una explicación de la Historia reciente de Polonia en el período poscomunista, en la que el credo católico tiene un papel protagonista. Serán la alta popularidad del PiS y sus políticas ultranacionalistas las que marcarán el futuro de la república europea y su encaje en el continente.

Polonia, la pesadilla del liberalismo
Principales motores económicos, sociales y políticos de la UE, incluida Polonia.

La estrella tras el telón

El telón de acero cayó simbólicamente a la par que el muro de Berlín, en noviembre de 1989. Las grietas que asolaban esta barrera, sin embargo, comenzarían a aparecer unos meses atrás en Polonia. La legalización del sindicato Solidaridad, liderado por Walesa, tras los Acuerdos de la Mesa Redonda, supuso el germen de una sociedad pluralista poscomunista que se asentó tras las elecciones legislativas y presidenciales de 1989 y 1990 —respectivamente—, en las cuales el antiguo sindicato, convertido en partido atrapalotodo, consiguió sendas victorias.

El fin del comunismo en Polonia no puede ser entendido sin la influencia del catolicismo en su sociedad. Para un país donde el 92% de la población se definía en 2010 como católica, en claro contraste con otros países de la región, como Austria o Eslovaquia —75%—, Hungría —60%— o República Checa —35%—, la opinión de la Iglesia siempre ha tenido gran relevancia. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y bajo el liderazgo del comunista Bolesław Bierut, la Iglesia católica de Polonia gozó de un mayor respeto que en otros países satélites soviéticos. La toma presidencial fue incluso celebrada con misas especiales a petición de los comunistas, algo inaudito comparado con la activa persecución estalinista en la región, cuya purga acabó con la vida de 422 sacerdotes católicos.

Sin embargo, el escenario polaco no era una excepción del acecho que sufría el catolicismo bajo el dogma comunista; en 1950 todos los terrenos eclesiásticos fueron nacionalizados y Cáritas —agrupación de diversas asociaciones humanitarias católicas— fue regulada por el Gobierno. El mayor enfrentamiento entre la institución civil y la religiosa ocurrió en 1953 con la detención del primado de Polonia, acusado de ser “enemigo del pueblo”. Su liberación en 1956 tras fuertes protestas sociales dio comienzo a una nueva relación entre el Gobierno civil y la Iglesia.

El Partido Comunista, consciente de la gran autoridad católica, se dio cuenta de que no podía organizar la vida del país sin una coexistencia pacífica con la Iglesia. Pese a los sucesivos intentos por subyugarla al dogma comunista, la entidad apostólica se convirtió en un feudo antitotalitario, que alcanzó su máxima expresión con el pontificado del polaco Karol Józef Wojtila, Juan Pablo II. Su visita a Polonia en 1979 —un año después de ser nombrado papa—, marcada por su mensaje liberador, tuvo un gran impacto en la población.

Para ampliar: Church and State in Communist Poland: A History, 1944-1989, Marian Mazgaj, 2010

Un año después, Solidaridad comenzó a orquestar una resistencia proletaria a los excesos totalitarios del régimen. La estrecha relación de Juan Pablo II con el por entonces líder sindical Walesa, con quien tuvo un encuentro político y religioso en Roma en 1981, ayudó a internacionalizar la causa democrática polaca, un movimiento que desde sus comienzos mostró sin vergüenza una robusta raíz católica.

Pese a que muchas voces polacas se muestran escépticas con el papel que jugó el expontífice en el fin del régimen, lo cierto es que su compromiso con Solidaridad aceleró el proceso. El apoyo del líder estadounidense Ronald Reagan a Solidaridad —en su discurso de Navidad de 1981 hizo una histórica crítica al Gobierno comunista polaco—, así como las acciones del presidente contra el régimen con el objetivo de desestabilizarlo económicamente, jugaron un papel importante en el descalabro comunista. El tándem Reagan-Wojtila fue, por lo tanto, vital en la erosión de la legitimidad del régimen

Polonia, la pesadilla del liberalismo
El expresidente estadounidense George H. W. Bush reunido con Walesa en 1989. Fuente: Wikimedia

Los Acuerdos de la Mesa Redonda y la legalización de Solidaridad llevaron a Walesa al Palacio Belvedere en 1990. La caída comunista polaca precipitó el fin de la URSS y abrió un nuevo capítulo en la Historia del país caracterizado por una progresiva fragmentación del partido ganador —Solidaridad— y un lento declive político de su líder, Walesa.

Para ampliar: “The Year 1989 – The End of Communism in Poland”, Antoni Dudek

Pese a la aplastante victoria de las fuerzas democráticas, la coalición solidaria era inestable debido a su composición heterogénea, con escasos puntos en común. La corrupción del partido y del propio Walesa y la pérdida del apoyo de la Iglesia católica reforzaron la candidatura de Aleksander Kwaśniewski, antigua figura comunista, quien venció en 1995 —tras una ajustadísima primera vuelta— con un 51,7% de los votos.

Fin de siglo, fin de Solidaridad

La elección de Kwaśniewski como presidente trajo aires de renovación al país —a pesar de su activa participación en el Gobierno comunista—, que se materializaron en la adopción de una nueva Constitución en 1997. Uno de sus mayores logros como presidente fue la internacionalización de la Polonia poscomunista, que entró como miembro de la OTAN en 1999, lo que acercó al país a la esfera occidental. Su política de buena vecindad con Alemania y Ucrania le granjeó una buena reputación mundial, patente en sus más de 20 condecoraciones internacionales

Para ampliar: “Presidents and democratization in Poland: The roles of Lech Wałesa and Aleksander Kwaśniewski in building a new polity”, Frances Millard, 2000

Como consecuencia del compromiso occidental de Kwaśniewski, Polonia entró en la Unión Europea en el año 2004; era el culmen de un proceso de modernización del país para desembarazarse de su herencia comunista. Un año más tarde, sin embargo, la victoria presidencial y legislativa del PiS, encabezado por los gemelos Kaczyński, supuso una victoria sin precedentes de la derecha populista, que sembró las semillas del nacionalismo reaccionario en la república centroeuropea. La elección de Lech Kaczyński como presidente del país y el ascenso de su hermano Jarosław al puesto de primer ministro en 2008 produjeron una anómala situación política. Pero esta jefatura bicéfala duró poco: Lech murió en un accidente aéreo en 2010 junto con otras 95 personas, muchas de gran relevancia política y militar

Para ampliar: “After a President’s Shocking Death, a Suspicious Twin Reshapes a Nation”, Marc Santora en The New York Times, 2018

Polonia, la pesadilla del liberalismo
Países miembros de la Unión Europea en la actualidad, un total de 28. La salida de Reino Unido tras el brexit se prevé para 2019.

Su sucesor en el cargo, el conservador liberal Bronisław Komorowski, convocó rápidamente elecciones y obtuvo la presidencia en 2010. La hegemonía de Plataforma Cívica —PO por sus siglas en polaco—, que ya había ganado las elecciones parlamentarias de 2007 y había convertido a Donald Tusk en primer ministro, se asentó en el país tras el nombramiento. El octenio liberal —2007-2015— volvió a situar a Polonia en el centro de Europa, auspiciada por un importante crecimiento económico —3,9% en 2010 frente a la media europea de 2,1%— y un creciente rol en la política comunitaria.

El impostado progreso europeísta promulgado por la PO hizo aumentar la polarización social en temas como el feminismo o los derechos LGTB —el propio Tusk rechazaba apoyar abiertamente el matrimonio igualitario—. El miedo a la pérdida de los valores que conformaban la identidad polaca tradicional, anclada en el catolicismo, aumentó la popularidad del candidato del PiS a las elecciones presidenciales de 2015, Andrzej Duda, que ganó con un escaso margen. El giro nacionalista se acrecentó con las elecciones legislativas de finales de ese año, que otorgaron al PiS una mayoría absoluta en las dos cámaras del Parlamento y encumbraron a Beata Szydło al Gobierno.

Para ampliar: “Las raíces del populismo en Polonia: crecimiento insostenible y reacción cultural”, Dominik Owczarek en CIDOB, 2017

¿Polonia contra Europa?

El giro conservador que supuso la victoria presidencial y parlamentaria del PiS no se hizo esperar. La confrontación con la Unión Europea marcó el discurso inaugural de Szydło, en el que puso en entredicho la solidaridad europea. Su perfil a priori más moderado y la retirada a la sombra de Jarosław Kaczyński ayudaron al partido ultranacionalista a atraer el voto urbano y a las clases medias desencantadas con las políticas cívicas. Las elecciones de 2014 estuvieron marcadas sobre todo por el rechazo de parte de la población a las medidas sociales progresistas adoptadas por la sustituta de Tusk, que incluyeron la ratificación de la Convención de Estambul sobre prevención y lucha contra la violencia machista y desencadenaron un fuerte apoyo de la Iglesia al PiS. Los incentivos económicos decretados por el gabinete de Szydło, que incluían la reducción de la edad de jubilación o la adopción de un programa de ayudas a familias, también ayudaron a la captación de votantes decepcionados con el liberalismo social cívico.

Para ampliar: “Los subsidios a las familias, la medida estrella del partido de Kaczynski”, María R. Sahuquillo en El País, 2017

Sin embargo, el verdadero elemento diferenciador entre ambos partidos derechistas es la concepción nacional. Tanto Szydło como su sucesor y actual primer ministro, Mateusz Morawiecki, han tratado de recuperar una soberanía nacional que, según ellos, se alejaba cada vez más de Varsovia para aproximarse a Bruselas. Con el apoyo del actual presidente, no han dudado a la hora de adoptar medidas controvertidas para socavar las voces críticas del país. La decisión de adoptar una ley que obligase a todos los jueces del Tribunal Supremo de más de 65 años a retirarse es solo uno de los ejemplos del rumbo autoritario del país; a pesar de que el Parlamento —controlado por el PiS— ha terminado por aprobar una enmienda que restituya el mandato de los jueces, las relaciones con la Unión han quedado profundamente dañadas. El fiel apoyo de Viktor Orbán, presidente de Hungría, a las iniciativas autoritarias polacas complica una respuesta unánime de la Unión a los excesos del PiS y limita la capacidad de acción política de la organización comunitaria.

El miedo a una pérdida de la identidad nacional en pos de una mayor integración europea es uno de los factores que explican la victoria y primacía política del PiS A pesar de que el apoyo a la Unión en el país es alto —el 71% de los polacos afirmaban en 2018 sentirse unidos a la UE—, el porcentaje se reduce al preguntar sobre la profundidad de dicha adhesión —en 2017 solo un 14% estaba “muy a favor” de introducir el euro; el doble se declaraba “muy en contra”—. En esta negativa juega un papel importante la gran proporción de población rural, que representa el 40% del total y que tradicionalmente ha votado al PiS

Polonia, la pesadilla del liberalismo
El PiS constituye el mayor partido euroescéptico de la Unión después de la Fidesz húngara.

El gran peso social de la Iglesia católica también ha jugado a favor del partido. Como adalid de los valores tradicionales polacos, diversos círculos eclesiásticos son reticentes a la laicidad y los valores progresistas que encarna la Unión Europea, tachados de inmorales. La UE, por ejemplo, se asocia con el respeto de los derechos de las personas LGBT, una comunidad que sufre persecuciones continuas en Polonia, como la prohibición en 2005 de la manifestación del Orgullo en Varsovia, que desencadenó un crítico veredicto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Para ampliar: “Un toque de color sobre el telón de acero”, Nacho Esteban en El Orden Mundial, 2018

La marcada eurofilia de la PO —su antiguo líder, Donald Tusk, preside en la actualidad el Consejo Europeo— juega, pues, en su contra y hace aumentar el apoyo al PiS, que trata de dar una imagen de salvaguarda de la nación. Esta imagen del auténtico representante de Polonia tiene su precedente en la concepción democrática del líder de la vecina Hungría, Orbán: “Si dices política húngara, puedes estar seguro de que pensarán en Fidesz” —su partido—. El PiS desea acabar con todos sus obstáculos, sin importar si ello implica dilapidar la independencia judicial o enfrentarse a la UE tres lustros después de que un pletórico presidente Kwaśniewski declarara, tras la adhesión polaca a la organización, que “el deseo de la nación se ha hecho realidad”

Hungría no solo es un referente para Polonia en cuanto a concepción democrática, sino un claro aliado en su enfrentamiento contra la organización supranacional en el marco de la alianza conocida como Grupo de Visegrado. La coalición, formada también por República Checa y Eslovaquia, se ha articulado de forma conjunta para frenar la creciente centralización de poder en Bruselas y ha mostrado sin reparos su rechazo a una mayor integración. Esta posición compartida de ideales euroescépticos entre los países de Europa central puede debilitar aún más una Unión dañada tras la victoria nacionalista del brexit.

En Polonia, un país donde la UE y sus valores liberales se han convertido en el principal motivo de división ideológica entre los dos partidos mayoritarios —PiS y PO—, una solución estable se prevé lejana. Sin una gran coalición ideológica en defensa de los ideales comunitarios y el respeto por las minorías, el autoritarismo —eje de la llamada democracia iliberal, expresión popularizada por Orbán— podría terminar por normalizarse en la vida política del país y menoscabar su calidad democrática. En tiempos de incertidumbre mundial, en los que el nacionalismo exacerbado se presenta como la única solución a los conflictos internacionales y la erosión de las identidades tradicionales, resulta difícil pronosticar un desplome del PiS a corto plazo, sobre todo teniendo en cuenta su alta popularidad entre la población

Polonia, la pesadilla del liberalismo
Importancia del PiS —morado— en la política polaca, en detrimento del antiguo partido gobernante, la PO —amarillo—. Los siguen el partido ultraderechista Kukiz’15 —gris—, los europeístas de Moderna —azul— y los democristianos agrarios del Partido Popular Polaco —verde—. Fuente: LSE

Si la UE aspira a volver a colocar a Polonia en su centro, tendrá que enfrentarse a unos justicieros que, amparándose en su mayoría parlamentaria, tratan de construir una nueva Europa basada en la intolerancia y una estrecha concepción nacional en la que la Biblia y la Constitución comparten estantería.

Para ampliar: “Los líderes euroescépticos de Polonia convocan una concentración conjunta con grupos de extrema derecha”, Europa Press, 2018

Polonia, la pesadilla del liberalismo fue publicado en El Orden Mundial - EOM.


Volver a la Portada de Logo Paperblog