Una familia se traslada a una casa de un barrio residencial en la que pronto empezarán a ser testigos de fenómenos extraños.
En pleno 2015 nos llega el remake del clásico de Tobe Hooper del año 1982. A estas alturas se podría decir que el género de casas encantadas ha dado cientos de ejemplos que, en cierta medida, han basado su razón de ser en la Poltergeist original. Insidious (2010), Expediente Warren (2013) o la recientemente comentada The House on Pine Street (2015), han ofrecido variaciones sobre el tema con más o menos fortuna. Así que ver hoy en día el remake oficial resulta sorprendente porque tiene poco que aportar. El desarrollo es prácticamente calcado a la original, lógicamente actualizado para aprovechar las nuevas tecnologías e integrarlas en la trama. Hay algunos momentos que funcionan bien, y otros no tanto. En general tenemos un producto decente que cumple sin aportar gran cosa. La mayor diferencia con la película de Hooper es que aquí se nos muestra el "otro lado" en un fragmento que gustará más o menos pero que supone el tramo más siniestro de una película que se caracteriza por ser bastante blanca.
San Rockwell y Rosemarie DeWitt son el matrimonio protagonista, y cumplen el expediente con cierta desgana. La niña Kennedi Clements guarda un sorprendente parecido con Heather O'Rourke, la niña de las dos primeras películas de la saga y que dio fama a la saga por su temprano y repentino fallecimiento. Ella, junto a su hermano en la ficción Kyle Catlett, son los que ofrecen los mejores momentos de la cinta.
Dirige el joven Gil Kenan, que cuenta en su filmografía con obras como la cinta de animación Monster House o City of Ember, ambas producciones de género orientadas a un público juvenil. Aquí realiza una labor correcta, respetando en todo momento el original.
Poco más que decir, estamos ante un remake que no ofrece ninguna novedad pero que da lo suficiente para entretener durante la hora y media que dura.
Mi nota: 5,5