Revista Cultura y Ocio
Nieves Concostrina es una periodista que, utilizando la prensa escrita y, sobre todo, las ondas de Radio Nacional de España, ha popularizado docenas de anécdotas mortuorias de todo el mundo. Ahora, en La Esfera de los Libros, podemos encontrar el volumen Polvo eres, donde muchas de esas jugosas historias alcanzan la perennidad de la letra impresa. Y, además, lo hace con desenvoltura irónica y con un gran despliegue de datos, que mezclan lo histórico, lo psicológico y hasta lo humorístico, sin que jamás se permita la avilantez de incurrir en la grosería o lo chabacano. ¿Y qué podemos encontrar en este volumen?
Pues podemos descubrir, por ejemplo, y ciñéndonos solamente al caso de España, que ha habido un buen número de gobernantes (desde Felipe II hasta Franco) interesadísimos por rodearse de reliquias; o que el cadáver de algunos de nuestros escritores más ilustres no se sabe dónde está (por ejemplo, Calderón de la Barca, cuyos restos se ocultaron tan bien durante la guerra civil de 1936 que no ha vuelto a saberse nada de ellos); o que los despojos de san Juan de la Cruz fueron trasladados en una maleta para cambiarlos de ubicación; o que los investigadores aún se preguntan dónde están los restos del Gran Capitán.
Y si salimos fuera de nuestro país, las anécdotas se multiplican por miles. Así, Nieves Concostrina nos cuenta que la sepultura de Gengis Khan sigue sin ser encontrada, pese a los esfuerzos de los arqueólogos y los profanadores de tumbas; que las cenizas del filósofo Herbert Marcuse permanecieron durante 24 años en la estantería de la funeraria que lo incineró, porque nadie de la familia las reclamó durante ese tiempo; o que los responsables del cementerio parisino de Père Lachaise están francamente hartos de los actos vandálicos que cometen los seguidores de Jim Morrison, que acuden a rendirle culto a su ídolo musical.
¿Y qué sensación nos queda cuando nos enteramos de que la autopsia que se le practicó a Napoleón Bonaparte reveló que su pene medía dos centímetros y medio, en tanto que el de Rasputín alcanzaba los veintiséis? ¿Y cuál no será nuestra sorpresa al enterarnos de que el cadáver de Charles Chaplin fue secuestrado, y se pidió por él una cantidad que superaba el medio millón de dólares? ¿O que Hugh Hefner, el fundador de la revista Playboy, pagó una auténtica fortuna por el nicho que está al lado del de Marilyn Monroe, para reposar junto a ella durante toda la eternidad? ¿O que Walt Disney, a pesar del extendido rumor, no está congelado, sino que fue incinerado?
Pues centenares de anécdota de esa índole, ilustradas con elegancia por Gema Vilches, se alinean en este libro, auténtico placer para los degustadores de la prosa más ágil, del humor y del desenfado, que hará las delicias de cualquier lector.