Revista Asia
Un hombre de mediana edad que trata de esconder su identidad con su gafas de sol nos revela desde China otra de las pruebas contundentes que el régimen norcoreano trata de recaudar dinero con la venta de heroína. Él no era consumidor de aquellos polvos blancos pero mostraba debilidad y nerviosismo al tratar de explicar un "secreto" a voces. Dichas sustancias eran divididas en pequeñas bolsas plastificadas cerradas herméticamente y sin ningún control estricto en la frontera con China, el hombre pasaba para venderlas a escondidas. "Viajo de mi país a otro sin ningún tipo de problema porque soborno a los militares unos 400 a 500 wons. Ellos, muy agradecidos con el dinero rápido".
Desde los años setenta, bajo la segregada dirección de Kim-Il Sung, empezó la venta sumergida de drogas como la marihuana, la cocaína o la heroína a decenas de países. Los férreos seguidores suyos habían sido durante décadas, aquellos desconocidos transportadores de estas sustancias prohibidas. En sus rostros no se mostraban ningún tipo de culpabilidad o contrición porque creían que los órdenes del régimen eran correctos y clementes. Cada año, cientos de millones de dólares son ingresados en el bolsillo de la cúpula elitista de Corea del Norte con este negocio. Cuando preguntó a aquel hombre cuando se tardaba en traer la droga, dijo: "No te preocupes, en dos semanas, te garantizo que te traigo un kilo de heroína. Y la calidad es excepcional".
El diario de Corea del Norte