Naturaleza de la erupción
La erupción del Vesubio del 24 y 25 de agosto del año 79 se desarrolló en dos fases: una erupción pliniana que duró de 18 a 20 horas y produjo una lluvia de piedra pomez en dirección al sur del cono que aumentó la profundidad en 2,8 m en Pompeya mediante un flujo piroclástico, y una nube ardiente en la segunda, una fase peleana que llegó hasta Miseno y que se concentró en el oeste y el noroeste. Dos flujos piroclásticos sepultaron Pompeya, quemando y asfixiando a los rezagados que permanecieron allí. Oplontis y Herculano recibieron la peor parte de los flujos y fueron enterradas por cenizas y depósitos piroclásticos.Mientras se realizaban las excavaciones, se hallaron en la ceniza huecos que habían contenido restos humanos. Un arqueólogo italiano, Giuseppe Fiorrelli, sugirió rellenar estos huecos con yeso para obtener moldes de las figuras humanas que quedaron sepultadas. El resultado fueron figuras con expresivos gestos del terror que los habitantes de Pompeya sufrieron en sus últimos instantes de vida, antes de ser sepultados por la ceniza
Fecha de la erupción
La erupción del año 79 fue documentada por historiadores contemporáneos y se acepta universalmente que comenzó el 24 de agosto. No obstante, las excavaciones arqueológicas de Pompeya indican que la ciudad fue enterrada un par de meses después. Por ejemplo, apareció gente enterrada que llevaba puesta ropa abrigada siendo que en agosto debían vestir ropa ligera. La fruta fresca y los vegetales de las tiendas son típicas de octubre, y en cambio la fruta estival que tendría que ser propia de agosto estaba ya vendida, seca o en conserva. Las jarras de vino fermentado habían sido selladas, lo que tenía lugar hacia el final de octubre. Las monedas encontradas en el bolso de una mujer sepultada en ceniza incluían una pieza conmemorativa que habría sido acuñada a finales de septiembre.Junto a alguno de los cadáveres se encontraron botellitas de veneno, que usó seguramente para evitarse la agonía y el sufrimiento que el Vesubio les regaló. Algunos perros seguían atados a las paredes de las casas de sus dueños y los gladiadores seguían en el anfiteatro cuando les llegó la hora. Así siguieron durante siglos.
Hasta el momento se han encontrado un total de 2.000 victimas de la erupción, un número que se estima que seguirá aumentando a medida que avanzan las excavaciones hasta superar los 3.500