Pompeya (Pompeii) Cuando el apocalipsis nos alcanza

El director Paul W. S. Anderson decidió tomar un descanso de la filmación de la sexta película de Resident Evil, para filmar otra más de destrucción y apocalipsis, esta vez situado en el hecho histórico del volcán que destruyó Pompeya hace ya muchos años.
Al más puro estilo de Gladiador, Kit Harrington (el eterno Jon Snow) es un huérfano que fue atrapado por los vendedores de esclavo y entrenado para ser vendido como gladiador. Cuando es comprado como espectáculo para el senador de Pompeya, deberá mostrar sus habilidades en batalla para sobrevivir a la arena y a la naturaleza.
En una de esas películas que resultan una perfecta fusión de otras cosas que hemos visto anteriormente, Pompeya nace de visualizar Gladiador (o hasta la serie de Spartacus) con 2012 o Pico de Dante. Hay que reconocer que la dirección de arte y los efectos especiales son realmente buenos. La erupción del volcán no sólo parece maqueta de feria de ciencias de secundaria, sino que en verdad nos muestra la magnitud del por qué acabó con una ciudad completa.
La película no es mala, y sin duda los que aman la destrucción la gozarán. Pero le fallan dos puntos importantes: el protagonista, que en ningún momento muestra el carácter suficiente que te permita creer que busca venganza, y la infaltable historia de amor imposible que siempre entorpece el desarrollo del
apocalipsis. ¿Cuándo aprenderemos que para mostrar la destrucción de un planeta no necesitamos la historia cursi y empalagosa? Queremos ver destrucción, nada más.
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