Bien, gente, ayer tocó cine con mi amigo (y maestro Jedi) David, y nos vimos esta peli, que ahora corresponde reseñar como es debido. Sabéis que, cuando reseño, intento ser justa y mencionar tanto lo malo como lo bueno, pero me temo que en este caso pesa casi más lo malo. Paul Anderson, muy conocido por sus películas de Resident Evil, ha intentado abarcar evidentemente un proyecto que le viene demasiado grande. La película carece de todo el sentido épico que se puede esperar de una historia tan grande y conocida desde la Antigüedad como la destrucción de las ciudades de Pompeya y Herculano por la erupción del Vesubio en el año 79 A.D. Su peor defecto es que flojea considerablemente donde una historia de calidad jamás debería flojear: en el argumento y en los personajes. Tras, eso sí, una magnífica introducción con imágenes de los cadáveres momificados en ceniza y piedra pómez de las víctimas de la erupción, y con palabras de Plinio el Joven que describen bellamente el desastre en toda su magnitud, pasamos a lo que vendría siendo la historia en sí. Veamos: en la provincia romana de Britannia, casi el último confín al norte del Imperio, un pequeño de origen celta asiste a la masacre de su familia y de su pueblo por parte de los romanos. Años después, se nos convertirá en un fiero gladiador, apodado el Celta, que aún busca venganza por lo sucedido, y al que la casualidad llevará a Pompeya, donde vivirá un romance con una joven romana de alta alcurnia, entablará amistad con otro gladiador negro, y será testigo de la tragedia de la erupción. No revelo si él, su amada o su amigo llegan a sobrevivir para que exista algún interés en ver la película, ya que su argumento no tiene nada más. Se queda en una aspirante, un wannabe de la misma historia, la del esclavo gladiador en busca de venganza, que ya nos han contado mil veces y de manera realmente épica e inolvidable en clásicos como Espartaco (en su versión más antigua) la mítica Gladiator o series de gran éxito como Spartacus. Ahí si hemos visto este tipo de historia contada de una forma intachable, mientras que, en Pompeya, se queda en algo totalmente insustancial. En cuanto a los personajes, no podrían ser más planos: tenemos a nuestro héroe protagonista, rudo, pero de buen corazón en el fondo, cuya motivación es la venganza y el amor por la chica; a la guapa chica de turno, bella y compasiva, a sus papás en un segundísimo plano, al amigo negro del héroe, y al villano, en este caso un senador romano, cuya única motivación parece ser beneficiarse a la muchacha. Y punto. Estos personajes se quedan en una sola dimensión, y no se desarrolla su psicología ni evolucionan para nada. No esperéis mayores motivos de rivalidad entre el héroe y el villano, o un romance que sea una historia de amor bonita, romántica, y donde veamos a la pareja protagonista enamorarse de verdad. Nada de nada. No aporta nada nuevo ni fresco al género de "Una de romanos" que cantaba el maestro Sabina. Además, escaman muchos detalles. Veamos, a nuestro gladiador le llaman el Celta... a ver, a ver, donde he visto yo a un gladiador con un apodo de gentilicio... espera.. ¿A Russell Crowe en Gladiator no le llamaban precisamente el Hispano, por haber nacido en Emerita Augusta, o sea, Mérida? (cerquita de la tierra de mi madre, por cierto) Uhhmm... sospechoso. Muy sospechoso y otro de los motivos por el que la película no pasa de ser un Gladiator wannable, un quiero y no puedo. Y en cuanto a que el protagonista tenga un amigo negro, duro como él pero simpático en el fondo, eso donde lo he visto... vamos a ver... ¡Ah, sí! Relegar a los actores de color a papeles de secundario, escudero y amiguete que además suele morir el primero solo lo he visto en cientos de películas de acción, bélicas, de terror slasher con asesino en serie psicópata y casi hasta en la sopa. Así que felicito a Paul Anderson, por darnos una historia con fallos imperdonables (lo siento, pero no puedo perdonar una historia con un argumento insulso y personajes planos, cuando tener un buen argumento y personajes interesantes es precisamente, lo más importante de cualquier guión) y por perpetuar estereotipos racistas. Otro fallo imperdonable como director es disponer a tus órdenes de actores de sobrado talento y conseguir que queden flojos de verdad. Kit Harrington nos ha demostrado lo que vale con su Jon Nieve de Juego de Tronos, saga que tiene, desde luego, una de las mayores colecciones de personajes multidimensionales y moral y psicológicamente complejos. Al pobre su primera incursión en el cine le ha salido más bien rana. Carrie-Ann Moss saltó a la fama con su Trinity de Matrix, una trilogía tremendamente interesante desde un punto de vista de guión y filosófico, y que marcó, reconozcámoslo, un antes y un después en la hsitoria del cine.Y nadie que la haya visto allí y en otras películas puede dudar de su talento como actriz. Y qué decir de Keith Sutherland, actor no solo consagrado, sino perteneciente una famosa saga de Hollywood. Bueno, pues aquí todos quedan relegados a una sola dimensión: la única motivación del personaje de Kit es la venganza, y como mucho, el amor por la chica de turno. Carrie-Ann queda relegada a un ínfimo papel como madre de la chica (a la que no puedo considerar ni siquiera una herona protagonista, ya que no se comporta como tal)´y hasta Keith es un villano de una sola dimensión (no hay nada peor que eso) y sobreactuado. Enhorabuena de nuevo al director por hacer que actores buenos y con talento parezcan malos.
Así que la película falla estrepitosamente en lo más importante (historia y personajes) Con semejante panorama, uno acaba deseando que entre en acción ese elemento incontrolable de la naturaleza, ese Deux ex machina del volcán y acabé arrasando con tanta tontería. Y cuando lo hace, la verdad es que en ese aspecto no hay queja, ya que la recreación es totalmente espectacular, con la ceniza oscureciendo el cielo, las rocas piroplásticas volando por doquier y el tsumani que destroza todo a su paso. Ahí si se cumplieron mis expectativas, y es de lo poco que salvaría de la película, junto con el hermoso comienzo que ya he mencionado, con las escenas de acción en la arena, bien coreografíadas y entretenidas, y la ambientación y recreación de la ciudad de Pompeya, muy cuidada y bien hecha, que me gustó bastante, la verdad. Estos son los detalles positivos con los que puedo quedarme. Honestamente, me temo que no recomendaría que fuerais al cine a verla, y os gastárais el dinero el una peli que es bastante floja. Esperad si eso a que la emitan en televisión alguna sobremesa aburrida en la que no haya nada mejor, y la véis para distraeros un rato, porque tampoco merece la pena para nada más.