Hace unos cinco o seis años empecé mi andadura con los bonsais. Por aquellos entonces me conformé comprando un pequeño árbol en maceta en el corte inglés. Poco a poco me fue picando la curiosidad y comencé a leer acerca de sus cuidados, así como un poco de historia, características, etc. y no tardé en darme cuenta de que lo que tenia era poco más que un matorral en una pequeña maceta azul. Poco a poco fui visitando comercios especializados, leyendo libros y aprendí como podarlos para que siguieran los patrones de la naturaleza y quedaran lo más espectaculares posibles; ahora cuento con una pequeña colección de unos 15 ejemplares. Algunos llevan conmigo prácticamente desde el principio. Desde luego es la afición más a largo plazo a la que te puedas dedicar, porque para tener una de estas joyas de la naturaleza pueden pasar más de 10 años. Pero en eso reside la verdadera magia del bonsai, en sacar tu vena más espiritual y paciente. De esa forma no solo lo transformas tu a él, sino que el también te transforma a ti.
Algún día pondré algunas fotos de los míos, de momento deleitaros con estas maravillas, la mayoría hechas desde una diminuta semilla: