Revista Educación

Pon un pueblo en la vida de tus hijos

Por Noelia-Golosi @ElBlogDeGolosi
Pon un pueblo en la vida de tus hijos

Este puente pasado, que aquí empezó el viernes por ser 9 de octubre, Día de la Comunidad Valenciana, lo hemos pasado con amigos en EL PUEBLO. Ya había estado con los niños, pero eran más pequeños y no tenían conciencia ni de pueblo ni de lo que para mí significa. Pero ahora he podido explicarles, sobre todo a Marcela, que es donde nació mi padre, su abuelo; que ahí es donde yo pasé los veranos de mi infancia, rodeada de primos y tíos, y de mis abuelos paternos; que esa casa es de la familia y, por lo tanto, también nuestra, o que la primera vez que me hice el esguince en el pie izquierdo fue caminando por sus calles.

Pon un pueblo en la vida de tus hijos

Cualquier rincón, cualquier persona y cualquier olor allí evocan mi infancia. Recuerdos de veranos en familia; familia numerosa llena de primos compartiendo habitaciones, baños, ropas y mesa. Recuerdos de veranos correteando y del resto del año enviando y recibiendo cartas de mis amigos. Recuerdos de infancia que con los niños son más intensos, más certeros.

Pon un pueblo en la vida de tus hijos

Hicimos excursiones, como al Río Mundo, muy recomendable si viajas con niños a Albacete, y también fuimos a Almansa. Pero sin duda, lo mejor fue volver a subir al Castillo, donde igual hacía más de 15 años que no subía, a pesar de que "mi" casa está a sus pies. Ni indicaciones, ni vallas protectoras, ni bancos, ni vistas de molinos, ni accesos alternativos, ni murallas arregladas, ni carteles-murales explicativos. Nada de esto había la última vez que subí al Castillo. Me encantaba hacerlo de niña, y casi me avergüenzo pensando que ahora, echando la vista atrás, pondría el grito en el cielo si mis hijos subieran en las condiciones de entonces.Volví a subir hasta arriba y me sentí feliz, muy feliz, recordando sentimientos de cuando era pequeña y viendo a mi hija disfrutar aun más de lo que lo hacía yo entonces. Ese aljibe profundo sobre el que mi padre me contaba cómo se bañaba con sus amigos, hoy vallado para evitar riesgos. Esa virgen coronando el Castillo, que me sigue encogiendo el corazón, porque ahora no le atribuyo simbolismo religioso, sino símbolo de un lugar e imagen de buena parte de lo mejor de mi infancia.

Pon un pueblo en la vida de tus hijos

Mis hijos se están criando en la ciudad. Es verdad que viajamos y en ocasiones lo hacemos a lugares rurales, pero su conciencia es urbana, igual que su ritmo, su pensamiento y su corazón. Y no es que pretenda que no sea así, eso dependerá de ellos, pero no negaré que sí me gustaría que al menos en parte sintieran pertenencia a El Pueblo. En los pueblos la vida es muy distinta a las ciudades y quiero que mis hijos puedan vivir ambas. Sé que no lo harán como lo hice yo, porque mis vacaciones eran casi exclusivamente allí, durante al menos un mes en verano, y ellos, con suerte, irán unos pocos días cada año. Pero solo con que un día hablen con orgullo del pueblo de su abuelo y sean ellos los que deseen ir, estaré satisfecha.

Seguro que muchos de vosotros os sentís identificados.


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