La palabra hamaca posiblemente proviene de una lengua indígena antiguamente hablada en Las Antillas, en el mar Caribe y antes del conocimiento de América por parte de los Europeos, no se había encontrado esta palabra en los escritos de estos.
Así que todo parece indicar que caribeños y americanos llevan disfrutando desde hace cientos de años, como mínimo, del placer de descansar en una hamaca.
Las hamacas más antiguas que se conocen no estaban tejidas en telar, sino que eran una serie de hilos de fibras vegetales como el cáñamo o el fique unidos entre si. Las redes de pesca también fueron utilizadas para construir hamacas en algunos lugares. Más tarde se tejieron hamacas en fibras vegetales como el algodón o la pita. Hasta hoy en día que también se utiliza el polipropileno.
Las hamacas son elementos habituales en casi todas las casas del Yucatán y el Caribe. Fabricadas y usadas en toda América, en México se encuentra una de las mayores producciones, por ejemplo en la población de San Pablo Yaganiza. Actualmente en España también se fabrica de forma artesanal su conocido modelo.
El lugar tradicional para colocar una hamaca es un jardín, una terraza, un porche… pero ponerlas dentro de casa, en un rincón del salón, por ejemplo, hará que el ambiente sea más fresco, menos clásico o aburrido. También es ideal para zonas con poco espacio, ya que resulta práctica de poner y quitar según la ocasión y el uso que queramos dar a la zona. En una hamaca se puede simplemente descansar y dejar pasar las horas o dormir una apacible siesta, sea como sea es muy diferente que hacerlo en la cama o el sofá. En una hamaca los sueños tendrán una agradable banda sonora caribeña.
Post vía Terra Íntima
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