La escritora española Socorro Mármol Bris, escritora homenajeada en Túnez, cuya obra ha sido ampliamente estudiada, comentada y celebrada por los alumnos y profesores tunecinos de maestría y doctorado, nos deleitó con esta ponencia que transcribo a continuación.
Respondiendo su conclusión que dice así: CONCLUSIÓN: ¿Alguien que quiera hacer la crónica periodística de estos minutos míos que yo les dediqué, y que nunca recuperaré por inexistentes si ustedes no me escuchan/escriben…?
publico esta crónica sobre estos “minutos” suyos que son invaluables. Disfrútenla:
LA VISIBILIDAD CREATIVA
(Comunicación Túnez 2024)
185/2024
Se me ocurre que, andando tan desorientada como ando habitualmente, no soy yo quién para venir a sentar cátedra sobre nada que quienes me escuchan ya no sepan; pero, ya que estamos aquí, pienso que sí que soy quien va a inquietar a los presentes con una serie de preguntas, al más puro estilo mayéutico, para ver si sacamos algo en claro, y, de paso, hacerme visible a mi manera.
Comenzaré por suponer que ustedes creen que todo lo que existe se lo inventó Dios, y que, a continuación, se puso a escribir la crónica de su hazaña en las distintas lenguas de las distintas creencias llevadas a sus libros sagrados.
¿O no es así?
Según tengo entendido, se cuenta en esos libros que lo último que hizo Dios con sus propias manos fue al ser humano. Y, claro, nadie puede pedirle cuentas de que le saliéramos como le salimos con el cansancio que debía tener tras siete días de faena ininterrumpida y sin ayudantes de cámara.
Bien que lo está sufriendo el pobre con los defectos de fábrica que están apareciendo en su mejor obra…
Pero a lo que estábamos.
Si aceptamos como axioma que el Dios Creador fue quien nos hizo, y además nos hizo a su imagen y semejanza, justo será afirmar que hemos venido al mundo con su misma querencia y vocación: la de ser creídos.
Esa necesidad de ser creídos −créanme− no es otra cosa que el deseo de ser reconocidos, descubiertos, seguidos y adorados. Y, a ser posible, ser reconocidos, descubiertos, seguidos y adorados como pequeños aprendices de dioses creadores, complementarios del Gran Creador quien, en aquellos primeros tiempos, ante la carencia de creyentes, no se le ocurrió otra cosa que meterse en el fango y ponerse a fabricarlos cual ejército de terracota listo para cualquier guerra.
Algo así digo yo que le sucede al escritor: tiene verdadera necesidad de encontrar quien crea en él para conseguir alcanzar la meta final de cualquier creador: creer en sí mismo.
Otra cosa es que, puestos a endiosarnos, acabemos confundiendo churras con merinas en el mismo rebaño.
Porque, vamos a ver: puesta a preguntar, pregunto: ¿Quién cree en quién? ¿El creador que busca creyentes lectores o los creyentes que leen los libros de quienes escriben?
¿Recuerdan aquella propuesta del creador de la Teoría de la Comunicación: Watzlawick? Una rata de laboratorio dijo: -Ya he adiestrado a mi experimentador. Cada vez que presiono la palanca, me da de comer”.WATZLAWICK, P. (1993): Teoría de la comunicación humana. Barcelona: Herder.
Pues eso: ¿ratas o adiestradores? Quién pone más carne en el asador en lo de escribir: ¿quienes escriben o quienes leen?
¿Quién cree a quién?
¡Ah, las creencias…!
Los seres humanos somos una sucesión continuada y acumulativa de creencias, generadas en un proceso de aprendizaje progresivo. (Si tuviera más tiempo explicaría la diferencia entre proceso y procedimiento para que se entendiera por qué vivir es un proceso apasionante y no puede ser nunca un procedimiento regulado a riesgo de convertirnos en zombis).
Nadie que crea a otros sin crear podrá creerse a sí mismo.
Con independencia de los matices y precisiones que pudieran extraerse de las propuestas de Jungsobre la memoria genética o memoria atávica, ¿qué piensan ustedes? ¿piensan que las creencias se adquieren o se nace con ellas?
Sin ánimo de exhaustividad, me atrevo aseñalar tres fuentes concretas donde fermentan las creencias:
• Creencias intuidas (visión que nos lleva a percibir algo como cierto sin poder conocerlo).
• Creencias contrastadas (método científicobasado en el ensayo/error).
• Creencias paradójicas: la razón nos dice que una cosa no puede ser y sin embargo, el instinto nos dice que es.
De esas creencias más o manos estacionales, unas quedarán asentadas, otras serán desechadas, y siempre habrá alguna que se mueva en el terreno de lo incierto y dudoso.
Lo verdaderamente importante es tener consciencia de moverse en un mundo de creencias con consistencia suficiente como para sostenernos como seres narrativos, y lo suficientemente cambiantes como para que no se nos apolille la narración. Tener creencias propias y amplio panel de recambio.
Las creencias propias, una vez arraigadas,demandan una exteriorización transmisiva: crear para creer.
La creación propia nos hace visibles con la exteriorización comunicativa.
La visibilidad escrita, por efímera que sea, nos convierte en eternos…con lo que, el hecho de escribir responde al cumplimiento a la vocación de eternidad. Lo siguiente es buscar el escenario donde sacar a bailar a la criatura.
Haberlos hay muchos.
Una manera de eternidad es que nuestra criatura –nuestra obra– aparezca en los periódicos. Salir en los periódicos (“salir en los papeles”) nos hace visibles…
Así que ¿por qué no? ¿Podemos admitir que los periódicos se convierten en uno de los mejores cauces para nuestra vocación de eternidad?
Si somos visibles, seremos eternos. Así que… ¡a por los periódicos!
Pero esa “visibilidad”… ¿es duradera o pasajera?
¿Da respuesta el género periodístico a nuestra vocación de eternidad?
Depende de lo que se entienda por “tiempo” –dirán algunos–, mientras que yo afirmo que el tiempo, como la materia, no existen. Lo de la inexistencia de la materia, como apunté en mi anterior ponencia en este mismo lugar, fue un invento de un tal Max Planck, Premio Nóbel de física de 1918 y progenitor reconocido de la teoría cuántica y su bilocación de partículas; lo del tiempo lo afirmo yo, aunque seguro que alguien ya lo ha dicho antes.
Invito a quien no crea lo de la inexistencia del tiempo a pensar sobre lo que sigue.
Durante muchos años estuve encasillada en una idea única: la de que el lapso del tiempo que dura una vida humana es un bien tasado, irrecuperable y de un solo uso. Eso me irritaba, porque, si la vida del ser humano es un determinado espacio de tiempo, podía entenderse que no era mucho más que un paquete de kleenex de usar y tirar tras limpiarse en él el espejismo de haber vivido.
Este pensamiento me mortificaba de tal manera que convertí mi puntualidad en un mandamiento y la impuntualidad de los demás en una afrenta de tal magnitud que, al más mínimo retraso, retaba a duelo verbal al rezagado y hasta lo condenaba a la picota de por vida si no lograba encontrar una disculpa válida. Válida para mí, claro está, que no necesariamente había de serlo para el sentado en el banquillo.
Tendría que cumplir los ochenta años, esa edad en la que los pañuelos usados, –los años vividos–eran muchos más que los que me quedaban disponibles, y cuando ya, en definitiva, mi paquete de kleenex vital comenzaba a agotarse, para conseguir darme cuenta del mejor descubrimiento de mi vida: el tiempo, en su inexistencia, es un bien infinito si nos dejamos a nosotros mismos contados de alguna forma. (carta, libro, artículo…).
¡PERIÓDICOS…!
En una mesa como la que nos convoca,<Literatura y periodismo>, voy a centrarme en una de las múltiples caras del prisma que compone tan amplio concepto. La cara de la necesidad de visibilidad –tan inmediata como efímera– que ofrece el periodismo al oficio de escribir.
Inmediatez y transitoriedad son dos conceptos que quisiera resaltar como punto de encajede esta disertación, bien es cierto que lo haré desde conceptos ínsitos en la teoría de la comunicación, enla que me apuntalaré de inmediato.
Nada hay más inmediato y, al mismo tiempo, más transitorio que un periódico. (Una vez leído –y, en su caso, mutilado– perece de olvido en el camposanto de las hemerotecas). Y, SIN EMBARGO, A VECES, UN MINUTO DE GLORIA ESCÉNICA PUEDE SER ETERNO.
El periodismo es ese corral de comedias abierto al público cada día, en cuyo escenario se exhibe ante una concurrencia anónima lo creado por alguien con nombre impreso.
Es la gloria por un día de quien se entrega al oficio de escribir para entregarse por escrito a quien elige el oficio de leer.
Y si la gloria de la visibilidad escrita es tan efímera, pero puede convertirse en eterna –he ahí la gran paradoja– ¿Por qué no enunciar algunos AXIOMAS sobre el oficio literario?
Axiomas del oficio literario
1. Todos guardamos en algún lugar de la memoria las historias que nos contaron más o menos directamente. No por no haber escuchado historias hemos dejado de vivirlas y percibirlas, por aquello de que la historia es comunicación y, según Watzlawick, es imposible no comunicar
2. La historia personal incluye tantas narrativas como espectadores/ lectores/ escuchanteshaya de la misma. Por tanto, cada vez que alguien nos lee emerge un nuevo “nosotros” reprográfico, si por reprografía entendemos ese proceso por el que se obtienen múltiples copias de un original; un “nosotros” mimeográficomultiplicado a ciclostil, un nosotros clónico que nos perpetuará en los estantes de librerías, bibliotecas i hemerotecas .
3. Nadie tiene asignada desde el exterior una historia personal preestablecida. Todos vamos creando nuestra propia historia según vivimos. Es nuestro caudal identitario.
4. Todos tenemos algo que contar sobre nuestra percepción emocional de lo vivido.
i. Etapas del lenguaje
ii. Lenguajear
iii. Narrativa oral
5. Quien vive necesita ser escuchado. Quien escribe necesita ser leído. (Escuchado).
6. En la búsqueda de escuchantes subyace la necesidad de visibilidad.
7. La elección /acceso a los escenarios de visibilidad forjarán la calidad creativa.
8. Un acceso ancestral a la visibilidad es el de los periódicos nuestros de cada día.
CONCLUSIÓN: ¿Alguien que quiera hacer la crónica periodística de estos minutos míos que yo les dediqué, y que nunca recuperaré por inexistentes si ustedes no me escuchan/escriben…?
Screenshot
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