A mediados de Agosto tuve ocasión de poder dedicar una semana a un viaje en coche desde Madrid hacia la Galicia Interior (provincias de Orense y Lugo). Tanto a la ida como a la vuelta planifiqué una etapa en la provincia de León. A la ida, en Ponferrada, y a la vuelta en la capital.
Detalle de una de las farolas de la Plaza del Ayuntamiento
de Ponferrada.
(JMBigas, Agosto 2012)
Para llegar a Ponferrada desde Madrid hay que seguir la llamada Carretera de La Coruña, la A-6. que cruza las provincias de Segovia, Ávila y Valladolid, antes de entrar en la de León. En Rueda (Valladolid) se puede hacer una parada de interés vinícola, como ya he comentado en otra ocasión. Ponferrada es la ciudad más importante de la comarca del Bierzo (León), famosa por sus excelentes viandas que incluyen vinos muy recomendables (especialmente tintos de uva Mencía y blancos de uva Godello). El Bierzo es como una enorme cazuela, absolutamente rodeada por montañas. Para llegar a Ponferrada desde Astorga, hay que cruzar montañas, y lo mismo para cruzar desde allí hacia Galicia (provincia de Orense). Por su proximidad y muchas afinidades, algunos consideran al Bierzo como la quinta provincia gallega. Por ejemplo, el dueño del restaurante O Asador en Viveiro (Lugo), que tiene al excelente tinto Cepas Viejas de Dominio de Tares, en el capítulo de tintos gallegos, como contaré en un capítulo posterior. En esta ocasión hice una breve parada en Rueda para desayunar en Casa Lola, y acabé llegando a Ponferrada pasada la una de la tarde. Me hospedé de nuevo, como el año anterior, que ya conté, en el Hotel Aroi Bierzo Plaza, en la misma Plaza del Ayuntamiento, el centro neurálgico del casco histórico de Ponferrada. El propio complejo del hotel dispone de dos restaurantes: la Taberna, donde se pueden comer platos y raciones en un entorno informal, y el restaurante gastronómico La Violeta, muy recomendable como ya glosé en otra ocasión.
Castillo de Cornatel, en Priaranza del Bierzo.
(JMBigas, Agosto 2012)
Tras ocupar la habitación, bajé a la terraza de la Taberna, en la propia plaza, para comer una cazuela de revuelto con gulas y gambas, acompañado con un par de copas de Godello. A las dos y media de la tarde, la Plaza del Ayuntamiento olía a siesta. El día era muy caluroso, y poca gente se veía circulando a esa hora. En la terraza, sólo había dos o tres mesas ocupadas. Justo en la mesa de al lado había dos parejas jóvenes, que hablaban con acento exageradamente gallego, a pesar de que deduje que vivían en Ponferrada. Mientras los chicos sesteaban sin dejar de manipular sus smartphones, las dos chicas (una, muñequita linda; la otra, guapina de cara pero algo entrada en carnes) no dejaban de parlotear en voz suficientemente alta, de modo que no tuve más remedio que enterarme de parte de sus conversaciones. Buena parte del tiempo, esta versó sobre peluquerías y centros de belleza, hasta que Muñequita Linda llamó a algún establecimiento de otro lugar distinto a Ponferrada para reservar una sesión para su amiga. Imperdible su introducción: "¿Jenny? Hola, soy Vanessa...". Parece ya obsoleto el tiempo de las Marías y las Carmen de España. Yo no cedí a la tentación de la siesta, y tras la frugal comida volví a tomar el coche para ir hasta el municipio próximo de Priaranza del Bierzo, donde está el Castillo de Cornatel. Se estima que, originariamente, el castillo fue un castro romano, que posiblemente vigilaba los accesos a las minas de oro de Las Médulas, que están relativamente próximas. Pero su esplendor fue con los Templarios (s. XII y XIII), aunque pasó por muchas manos. Actualmente está en parte en ruinas, aunque su perfil exterior se conserva bastante bien. El problema es que el horario para poder visitarlo es muy escaso (en verano y únicamente los fines de semana). Como era jueves, tuve que conformarme con tomar algunas vistas del exterior.
Basílica de la Encina, Ponferrada
(JMBigas, Agosto 2012)
El Castillo de Cornatel está enclavado sobre un barranco de unos 180 metros de profundidad, por sus lados Este y Norte, por donde discurre el arroyo de Rioferreiros, mientras que es fácilmente accesible por los otros. Muy cerca se encuentra la pintoresca aldea de Villavieja. Tanto al pie mismo del Castillo como en el camino desde Ponferrada, se tienen algunas vistas maravillosas de lo que es el valle del Bierzo, con el Lago de Carucedo, algunas plantaciones de viñedos y, siempre, las montañas que circundan la comarca en todas direcciones. De vuelta a Ponferrada, quería visitar el famoso Castillo de los Templarios (que en mi anterior visita, un lunes, estaba cerrado al público). Desde la Plaza del Ayuntamiento, hay un breve paseo hasta el Castillo, por la calle del Reloj, la plaza de la Encina y luego la calle de Gil y Carrasco, que discurre paralela a sus murallas. Serían ya las siete de la tarde, pero ese día de Agosto fue caluroso de verdad, y el Sol, ya cercano a su puesta, seguía apretando de forma inmisericorde. El Castillo de los Templarios de Ponferrada está asentado sobre un alto junto al río Sil, que cruza la ciudad antes de adentrarse en Galicia (ya os contaré mi navegación por el Cañón del Sil, límite entre Lugo y Orense, en otro capítulo). Está en muy buen estado de conservación, y la ciudad lo utiliza como recurso cultural, para realizar exposiciones y conciertos. Ese día por la noche había un concierto de música clásica de cámara, a cargo de una pequeña banda de viento, al que no pude asistir.
Castillo de los Templarios, Ponferrada.
(JMBigas, Agosto 2012)
La visita al Castillo cuesta 6 euros, e incluye la sala de audiovisuales explicativos, así como la exposición permanente Tempus Libri, de visita obligada. Se exponen ahí ejemplares facsímil de libros y documentos medievales. Junto a la entrada, pasada la taquilla, una guía te da las explicaciones sobre el monumento, y te indica la ruta aconsejada para la visita. La ruta discurre, en primer lugar, por la sala de audiovisuales, donde hay paneles informativos sobre los castillos de frontera de la región de Castilla y León, así como vídeos explicativos del propio Castillo y del proyecto para su restauración y recuperación para la vida ciudadana de Ponferrada. En la planta baja se exponen algunos atuendos medievales. Luego se anda por todo el camino de ronda por las murallas que discurren paralelas al casco antiguo de la población. Hay un gran patio central, al fondo del cual está el Castillo Antiguo, que es la siguiente etapa de la visita. Se puede acceder a la Torre del Homenaje, pero el camino es bastante angosto y se requiere una buena agilidad para no sufrir algún tropiezo.
Castillo Antiguo, en el interior del complejo del
Castillo de los Templarios, Ponferrada.
(JMBigas, Agosto 2012)
De vuelta hacia la entrada, se sigue el camino de ronda junto a las murallas occidentales, sobre el río Sil y la parte más nueva de la ciudad de Ponferrada. La visita termina en la zona de nuevas edificaciones, donde está la exposición permanente. En una de las salas estaba ensayando la banda que tenía concierto esa misma noche. Saliendo ya del Castillo (donde sudé la gota gorda), tuve que abrevar en un bar cercano, porque estaba próximo a la deshidratación. Volví al hotel, y algo más tarde salí para cenar. Me apetecía una simple pizza, y elegí la terraza de una de las varias pizzerías que hay en el camino entre la Plaza del Ayuntamiento y el Castillo. Acompañé la cena con una botella (en formato 50cl) del excelente tinto Cepas Viejas (Mencía) de Dominio de Tares. Aparte de las fotografías que he elegido para ilustrar este artículo, podéis acceder a una completa colección de 51 imágenes, pinchando en la foto de la Plaza del Ayuntamiento.
Ponferrada
Al día siguiente, antes de las ocho de la mañana, la Plaza del Ayuntamiento (mi habitación esquinera tenía un pequeño balcón sobre la propia plaza) estaba silenciosa y callada (es zona peatonal), salvo por el motorista que iba repartiendo bolsas con churros calientes a las diversas cafeterías. Tras desayunar en el sótano del hotel (un buffet muy bien surtido), seguí camino hacia Valdeorras y Orense. Pero ese ya es otro capítulo. JMBA