Esa es la sensación que tengo cuando observo esta sociedad 'nuestra'. Los ciudadanos tenemos dejación de nuestras responsabilidades. En algún momento nos hemos creído el cuento ese de que nuestros cargos públicos están para representarnos, que trabaja para, por y con el pueblo. Y les hemos dado un cheque en blanco.
En principio no está mal, quiero decir que confiar en los demás no me parece ningún crimen. La dejación de funciones ha venido después, cuando esos cargos públicos han hecho de su capa un sayo y nuestra respuesta ha sido nula. No me gusta pero le voto, no vaya a ser que venga ese de más allá que es peor.
A día de hoy, si lo hago en un plano de máximos, no veo diferencia entre que me gobierne Zapatero o lo haga Rajoy, sinceramente. Obviamente si me voy a mínimos, sí, la ley del aborto (aunque incompleta), la ley de matrimonio gay, la ley de igualdad o la de dependencia, ambas cojas por falta de recaudación. La otra esperanza de la ley de memoria histórica…
Y la pregunta que me surge es, ¿me compensa? No, lo siento. Yo quiero todo eso, sí y lo quiero mejorado, pero de ahí a aceptar sin más ni más que para poder tener esos pocos avances sociales, me tengo que comer lo más reaccionario. El PSOE haciendo la política del PP. ¡Y no es la primera vez, que ya con González el PP tuvo sus serios problemas de hacer un programa electoral por lo parecido!
Me resisto a aceptar que estamos tan acomodados que tras abandonar nuestra responsabilidad, mucha gente lo que dice o hace es echar peste de los políticos, optar por no votar y dejarlo ahí.
¿Por qué nos hemos ido cerrando las puertas a nosotros mismos? El otro día le contaba a una amiga que ha estado sometida a acoso y abuso emocional por un “pretendiente”, que ahora que parece que el tema ha ido bajando de intensidad lo que no me parece bien es que esté dejando de hacer cosas porque él otro pueda hacer, decir, lo que fuera. Ella misma se está coartando en su libertad. Por miedo a no despertar a la fiera, cada día se autocensura más. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Y esa es una de las grandes trampas que nos ha puesto el capitalismo. Que ahora da vértigo pensar que dejemos quebrar una financiera. ¡Viva el sistema de trueque!
Yo recuerdo que siendo mi hermano muy pequeño, unos dos años aprox., le pusieron gafas. Teniendo en cuenta que a mi me las pusieron a los ocho y que no las llevé jamás, yo me preocupé por él, tenía miedo de que pasara de ellas. La respuesta de mi madre fue, que el renacuajo había descubierto que había mundo y vida más allá de un metro y que eso le había abierto tanto el futuro que las gafas, pasaron a ser algo imprescindible.
Y eso es lo que necesitamos. Necesitamos dejar de creernos a pies juntillas lo que nos dicen los medios de comunicación. Necesitamos no seguir cual borregos a nuestros “políticos” y hacerles entender que si hemos votado una cosa, no pueden hacer la contraria sin volvernos a consultar. No tienen patente de corso, sólo de trabajadores públicos.
Cada vez nos urge más que la sociedad piense, se ponga gafas y viendo el mundo que nos rodea, opte por lo que más le guste…