Revista En Femenino

Pongamos que… No hablo de nada interesante

Por Luciagleon @luciagleon

Esta mañana quería que cantara la sirena. La sirena canta, pero no siempre lo plasmo: por los prejuicios, por el que dirán porque, quizás no soy libre “de verdad” como escribía en un post reciente.

Quería hablar de política. De política local. Y, entonces, me acuerdo de ti. Sí, aún me acuerdo de ti en estas ocasiones. No quiero fijarme en lo pequeño y más cuando lo pequeño no se fija en mi.

Curiosamente, los recuerdos del Facebook, esos de “un día como hoy” me han rescatado un post de este mismo día, pero de 2013. Sí, el peor año de mi vida. Y, precisamente, me cuestionaba la razón por la que escribo. Porqué cultivo este blog desde que Google me descubrió que se podía escribir una bitácora abierta a la red, pero con menos honestidad que con la que puede escribirse desde la comodidad de la cama, alumbrándose solo con la luz de la mesita de noche. A mano. Con una letra ilegible cuando va terminando la página. Esa libreta que no sabes dónde guardar, por si la encuentra alguien y descubre tus secretos.

Yo siempre quiero estar en ascenso.

Los secretos casi nunca son interesantes para nadie. Solo para los pobres de espíritu que alimentan sus almas con sueños de otros. Con anhelos prestados. Gente que se alegra del mal ajeno y no duda en ponerte la zancadilla en la primera cuesta dirección a la cima.

Yo siempre quiero estar en ascenso. No quiero subir y apoltronarme ahí arriba. Porque si así sucede, te acostumbras a que la gente te mire desde abajo y no de frente.

Además, a mi me gusta que la gente me mire a los ojos y me hable de frente. Que me hable de mis errores, de mis virtudes, de mis capacidades y mis deficiencias. Y si tengo talento, no tengo que pedirle a nadie permiso para proclamarlo a los cuatro vientos ni que me tachen de vanidosa ni de pretenciosa. Ya controlo mi ego. Hace tiempo que no estoy a merced de ese espíritu que te hace ver la realidad aumentada de tus virtudes, ya he tomado conciencia del daño que puede hacerse desde esa posición.

No conozco a muchos que no se entreguen a ese vicio cuando han estirado un poco el cuello. Normalmente, no por méritos propios, sino como nuestro sabio refranero dice: cuando se arriman al sol que más calientan.

Pero ya ven, señores y señoras, me es grato comunicarles que no hablo de nada interesante. Solo reflexiono desde una plataforma que puedo compartir.

Mientras, seguiré escribiendo esas cosas interesantes en mi libreta manuscrita, para cultivarlas con cariño. Como aquella semilla que se ponía en un algodoncito en un envase de yogurt para los experimentos de “Naturaleza”.


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