Revista Educación

Pongo

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Pongo

Quien me conozca un poco sabe que estas fiestas navideñas las disfruto como un enano. Es el momento de cogerme unos días de vacaciones y un avión para pasar tiempo con la familia y los amigos atlánticos a más de veinte grados (menos por la noche, que en la Villa siempre refresca).

Quien me conozca un poco más sabe que esto es solo de unos años para acá. Desde que se ha hecho necesario el avión para salvar las distancias y las relaciones. Pero que la Navidad y alrededores tienen prácticamente todos los alicientes que necesito para torcer el gesto: el consumismo, las aglomeraciones, la obligación del festejo, la unanimidad en la alegría, la tristeza paradójica y necesaria. Pero sobre todo, los análisis y compromisos de Año Nuevo. Qué ansiedad más grande echar la vista atrás y revisar lo dicho y hecho. Qué angustia insoportable hacer planes de futuro y meterse a prometerse compromisos. Qué putos Mecano obligándonos a hacer el balance de lo bueno y malo cinco minutos antes de la cuenta atrás.

Pero hasta por la esencia de uno mismo pasa el tiempo y no siempre para mal.

Hace unos días hicimos amigo invisible en el trabajo. Ya. No suena tentador ni para un amante de la broma como yo. Practicamos la variante "pongo": cada uno lleva un objeto que le sobre en casa (preferentemente molesto, feo y vistoso) y, por orden sorteado, se van repartiendo. Existe la opción de robarle a alguien su "pongo" en lugar de exponerse a la incertidumbre. Y así pasamos la sobremesa.

Un pongo, el pongo (por cierto, a mí me tocaron unos pendientes muy cucos). Yo hasta ahora he sido siempre más del Qué pongo, Qué me pongo, Dónde me pongo, Cuándo me pongo y sobre todo del Para qué me pongo. Y sin embargo ahí estuve yo. Bien puesto. En mi humilde opinión. Cuarenta y dos años (y pico) después. En determinado momento, vete tú a saber por qué esquivos motivos y a causa de qué anónimos estímulos, sentí por un instante el clap de la pieza de puzzle (central, nada de esquinas) que encaja con las de al lado.

Fue durante un rato nada más. Ya lo sé. Pero yo doy por convalidada la faena del 31 de diciembre. Ya tengo permiso para dedicarlo, como hasta ahora, a beber y olvidar.


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