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Pontypool (o el mal viaja en dolby surround)

Publicado el 25 noviembre 2009 por Crowley


Pontypool (o el mal viaja en dolby surround) Estimados lectores, recapaciten si quieren seguir leyendo este post, porque "no vamos a tomar prisioneros".

Imagínense ustedes que la próxima enfermedad que asolase nuestro planeta no fuese fruto de experimentos científicos fallidos o de locos terroristas suicidas defensores de su verdad religiosa, sino que fuese un mal letal, imparable y contagioso hasta limites insospechados que se propagara por medio de la palabra hablada. Sí, sí, han leído ustedes bien, mis queridos lectores, imagínense por un instante tan solo que alguien (ya sea un grupo de lingüistas hastiados de escucharnos hablar mal continuamente o un Dios, o deidad que corresponda en caso de haberla, que pretenda volver a repetir el suceso acaecido hace ya algunos milenios a las pies de Babel) siguiese infectar algunas de las palabras que decimos con mayor asiduidad con una especie de virus que viaje en ellas y haga que nos convierta en una suerte de zombies sin control en busca de personas a las que pasar la palabra que no podemos dejar de repetir insistentemente...

Pues no imaginen más porque ese momento ha llegado. Ese instante de terror se llama Pontypool.
El film, basado en la novela " Pontypool changes everything" de Tony Burgess, se convierte para mi en toda una sorpresa a reivindicar y un clarísimo exponente de lo que es hacer buen cine con pocos medios y que para incomodar o asustar es más efectivo insinuar y sugerir más que mostrar (que no todo va a ser torture-porn), dejando al espectador ante la visión más horrenda que jamás existirá y que no es otra que la que éste componga en su propia mente (y ya sabemos lo que pueden dar de sí nuestras mentes cuando nos asalta algún temor).

Toda la acción transcurre en el sótano de una iglesia de Pontypool, Ontario, en una cabina de
radio local en la que ha comenzado a trabajar Grant Mazzy (que conoció tiempos mejores en la gran ciudad). De camino a su trabajo de madrugada en medio de una incipiente nevada, una mujer golpea su coche y comienza a balbucear extrañas palabras que no son sino repeticiones de las preguntas que le hace Mazzy. Lo que parece un día más, aburrido y monótono, está a punto de transformarse en una pesadilla de dimensiones apocalípticas.Sin saber muy bien el motivo que les impulsa a ello (al menos por el momento para los protagonistas, que van relatando en todo momento cuanto acontece en el exterior) la gente comienza a unirse hasta crear un numeroso grupo de personas que se tornan en salvajes sedientos de sangre.
Las descripciones de lo que sucede (relatadas por un reportero exterior) son tan horrendas que
Mazzy cree que se trata de un novatada, una broma como regalo de bienvenida a su nuevo lugar de trabajo. Pero nada más alejado de la terrible realidad...

Pontypool (o el mal viaja en dolby surround)
Resulta que el lenguaje que utilizan, las palabras con las que se comunican, contienen un virus que se transmite al pronunciar una palabra determinada, al repetir una palabra cualquiera varias veces o al comprender el significado de la palabra que se escucha o pronuncia (La mayoría de las

veces hablamos y hablamos sin pensar bien en lo que estamos diciendo y si nos paramos a pensar, nos damos cuenta que en ocasiones no llegamos tan siquiera a comprender lo que sale por nuestra boca. Saber no es comprender, ya que alguien puede llegar a saber muchísimas cosas o conceptos, pero si no los comprende no le sirven de nada).Los infectados buscan nuevos huéspedes a los que transmitir sus palabras enfermas, repitiéndolas estas una y otra vez hasta el infinito (Cuando uno repite una palabra varias veces seguidas y sin hacer pausa entre las reiteraciones (algo que todos hemos hecho de jóvenes alguna vez para echarnos unas risas), ésta pierde su significado y muta, como la nueva carne de Cronenberg, a una nueva "cosa" que ya no es lo que era en su origen; es decir, la repetición no sirve como afianzamiento, sino como regeneración)...Llegados a este punto... ¡sálvese quién pueda!

Solo tengo un calificativo para esta película (que he podido disfrutar gracias a Steve, ese canadiense loco que me la dejó entre balbuceantes palabras mitad español, mitad francés) y es que es simplemente genial, porque es una vuelta de tuerca sorprendente al ya manido tema de los zombies (no entendidos como muertos vivientes, sino como seres sin alma), creando una nueva amenaza (en repetidas ocasiones y sin tener nada que ver lo nuo con lo otro, analizándola después de su visionado, me vino a la mente un relato de Ted Chiang en el que una lingüista trata de entender el lenguaje de unos extraterrestres contenido en su recomendable hasta la saciedad libro "La historia de tu vida"). Sirve además como crítica nada velada a los oportunistas medios de comunicación (de manipulación y desinformación diría yo) y su afán por llegar hasta el fondo de las noticias más sórdidas y escabrosas que puedan encontrar.

Un film terroríficamente cerebral, innovador y surrealista que hace que nos planteemos muchas preguntas y en la que, a diferencia de "Forbbiden Planet" donde era el subconsciente el que se tornaba en monstruo, son las palabras y no los pensamientos los que portan el mal.

Pontypool (o el mal viaja en dolby surround)
Así que ya saben, estimados lectores, tengan mucho cuidado con las palabras que escogen para comunicarse a partir de ahora (o piensen si no es mejor guardar silencio) porque tal vez alguno de los morfemas o palabras que salgan de sus bocas esté infectada y se vean obligados a repetirla eternamente contagiando a otros, por lo que no digan frases como, por ejemplo,"dejen un comentario"... comentario... comentario...comentario... co... co... comen... comenta... comentario... comentario... comentario... comentario... comentario... comentario... comentario... comentario... cometario... comentario... comentario... comentario... comentario... comentario... comentario...



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