El populismo está de moda. Todos los partidos hablan de él. Ninguno reconoce practicarlo cuando en mayor o menor grado todos lo practican, y casi todos acusan a los demás partidos de ser populistas.
En especial PP y PSOE utilizan la acusación de populismo para defenderse y atacar a los nuevos grupos políticos que amenazan su hegemonía.
Por lo que yo sé se califica como populismo lo que practican aquellos partidos o políticos que no tienen ideología o principios y objetivos concretos, y se dedican a tomar como programa propio lo que creen que piensa la mayoría, es decir, ponen en práctica el viejo truco de decir lo que la mayoría quiere oír. El hecho de que las ideologías hayan casi desaparecido aumenta la fuerza del populismo en todos los partidos y en la política en general.
Hay partidos cuya actuación se basa totalmente y de manera exclusiva en este concepto populista, razón por la cual y sin excepción acaban demostrando dos características fundamentales:
La primera es que incurren en contradicciones reaccionando de una manera frente a un problema concreto, y al tiempo actuando sobre bases radicalmente distintas en otro u otros problemas totalmente dispares.
La segunda es que lo de hacer y decir lo que creen que piensa la mayoría se acaba de golpe el día en que, por desgracia para el país, llegan al poder, y pasan a hacer lo que les da la gana pasando olímpicamente de lo que creían que piensa la mayoría. Esta característica es en especial virulenta en el muy frecuente caso de partidos populistas y personalistas que giran alrededor de un político, que defiende lo que piensa la mayoría del pueblo hasta que llega a gobernar, en cuyo momento, casi invariablemente adopta tendencias dictatoriales.
En mi opinión, el caso más claro de populismo en España es U.P.y D., que además cumple otra característica secundaria del populismo: acusar a otros partidos de ser populistas.
De todas formas en U.P.y D. cometieron un grave error al decidir sobre su nombre y las siglas, porque U.P.y D. son las siglas de Unión, Pueblo y Democracia, pero también los son de Una Puta y los Demás, que aunque no sea más que una desafortunada coincidencia sin significado alguno referido al partido, denota pocas horas dedicadas a pensar y planificar su puesta en marcha. Se ha de pensar bien el nombre que se le da a las cosas aunque una esté organizando un partido populista, porque en caso contrario una puede encontrarse con sustos como este.