Revista Sociedad

Por algo se los echaron (!?)

Publicado el 23 octubre 2014 por Gonzalolara

Esta mañana una persona que trabaja con estudiantes se manifestaba en contra de los cierres de las escuelas. Lo encuentra completamente inútil. Dice que si quieren hacer algo de verdad, que cierren Periférico, las casetas, que paren la ciudad. Que si los medios inflaman cualquier acción que atente contra el tráfico o contra el status quo, que esa es su chamba, a fin de cuentas. Él siempre porta pants de la UNAM muy orondo. Creo que hasta ahí llega su compromiso universitario. Aseguraba que detrás de los normalistas de Ayotzinapan hay grupos como los del PRI que patrocinaban a los porros de la prepa Fresno. Dio a entender que él fue uno de estos últimos. Que no son angelitos los normalistas y que por algo “se los echaron”, acabó esta persona.

Ayotzi
Los argumentos contrarios los desdeñaba generalizando y gesticulando al estilo “nada diferente a lo que yo diga importa”. Ante la explicación de que los movimientos se construyen con la organización, a través de procesos, dijo que la contundencia estilo kamikaze y la inmediatez mediática, tipo pasto para portadas sangrientas al otro día, o nada.

Todo esto me hizo pensar que el suyo es el mismo sentir de millones de mexicanos: si no me afecta, no me importa y pónganse a estudiar, no a andar de revoltosos. La masacre de los normalistas toca otros terrenos mucho más trascendente y preocupantes. Los ejecutores son tan abominables como los perpetradores. Más allá de la antipatía que se pueda tener a la gente que protesta, argumenta y actúa, como muchos normalistas y estudiantes y trabajadores, como en cualquier otro lugar los puede haber dentro de la sociedad, estamos frente a hechos más profundos:

 

  1. El gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, declara que sabe que otros funcionarios del estado están coludidos con el narco o trabajan para él.
  2. La policía, al menos probadamente la de Iguala, trabaja para el narco. Al interior de la misma hacen bandas criminales, como Guerreros Unidos.
  3. El presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca y su esposa, Ma de los Ángeles Pineda, son narcos o trabajan para el narco.

 

Aun dejando de lado el siniestro y cínico hecho de que financiamos a bandas criminales policiacas y de funcionarios, porque además de delinquir cobran un salario del presupuesto, estamos en manos de ya no sabemos quién. La procuración de justicia le rinde cuentas al que debe combatir y aterroriza al que le debe rendir cuentas.

 

No es descabellada la hipótesis de que estas son las primeras muestras de un panorama de represión que se avecina. Un calis de lo que puede pasar si la gente quiere salir a protestar ahora que vengan las trasnacionales a arrasar con petróleo, minas, agua, suelos y lo que se atraviese con las reformas energética y hacendaria.

 

La desaparición y, seguramente, asesinato de los normalistas, va más allá de los enraizados odios del pobre hacia el pobre. Apunta a un estado de terror, represión y violencia de estado que no se va a parar en estudiantes pobres. Pueden ser el botón de muestra.


Por algo se los echaron (!?)

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