[sin ningún orden particular...]
Arlindo Yip, de Daniel Nesquens.
[del que ya les dejé una historia en tres actos por acá]
¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, de Jeanette Winterson.
[la autobiografía de una de mis escritoras favoritas]
La ficción y la poesía son dosis, medicinas. Lo que curan es la ruptura que la realidad provoca en la imaginación.Pornográfica, de Nacho Casanova.
[el sexo como pocas veces se había plasmado en un cómic]
Llovió todo el domingo, de Philippe Delerm.
[una joyita para leer de un trago un domingo lluvioso de otoño]
La gente se atreve a veces a contar cosas que nunca ha contado a nadie. Hablan de todo, sobre todo de nada, de la vida y todo eso… Incluso cuando no hablan, se advierte esa manera de sentarse al lado, de quedarse de pie asidos a la barra. Separados pero juntos. El señor Spitzweg coge el metro nocturno para no ir a ninguna parte.La vida interior de las plantas de interior, de Patricio Pron.
[cuentos y literatura. me ha dejado con más ganas de patricio pron, a quien ahora sigo en twitter]
Las lágrimas del asesino, de Anne-Laure Bondoux.
[novela juvenil?]
- No se complique – le recomendó Ricardo –. Si hay una cosa que me ha enseñado la vida es a aceptar la felicidad, incluso la más loca, la más imprevisible. Acepte la dicha y guarde silencio.Te elige, de Miranda July.
[autora y directora fetiche de la casa]
Tratar de ver cosas que son invisibles pero cercanas siempre me ha resultado atrayente. Parece una causa real, algo por lo que luchar, y tan abstracto que la lucha tiene que ser igualmente sutil.El día antes de la felicidad, de Erri de Luca.
[me he convertido en fan incondicional, aunque su último, Història d'Irene, me ha decepcionado un poco...]
1Q84, de Haruki Murakami.
[un Murakami al año...]
¿No sería mejor seguir separados hasta el final, sin perder la esperanza de encontrarnos algún día? Viviríamos siempre con esa ilusión. Esa esperanza sería una modesta pero valiosa fuente de calor que nos caldearía hasta lo más hondo. Una pequeña llama que protegeríamos del viento, rodeándola con la palma de las manos. Si ahora la azotase el viento impetuoso de la realidad, posiblemente se apagaría.La familia – El amor, de Bastien Vivès [cómics].
[no me resisto a despedirles con la viñeta de la contraportada...]