Habíamos dejado la gran Calzada Romana y ahora nos adentrábamos en unos maravillosos pueblos cántabros para seguir caminando pero esta vez por el Camino Real...
Primero pasamos por PIE DE CONCHA, villa que debe ser una de las más bonitas que hayamos visto en nuestras andanzas por tierras cántabras: sus casas están extraordinariamente bien conservadas y mantenidas con excelente gusto. Caminamos hasta la “picota” que es una especie de pilar que era usado para los ajustamientos y unos metros más allá encontramos la iglesia parroquial del pueblo que pese a ser del siglo XVI está en muy buen estado. Frente a la iglesia hay un cementerio que si bien pequeño vale la pena una visita.
Continuando por la carretera que cruza el pueblo se llega hasta un desvío donde es mejor tomar el camino de la derecha, es decir no cruzar el puente sobre el río ya que por allí se llega hasta COBEJO desde donde es imposible seguir a ninguna parte. Luego de andar por un kilómetro más alcanzamos BARCENA DE PIE DE CONCHA (como ves los nombres de los pueblos giran alrededor de la palabra Concha), que es la villa más grande en esta zona y que es tan admirable como los que ya habíamos visto. En Bárcena es bueno conocer la románica Iglesia parroquial de San Cosme y San Damián, de la que aparentemente hay mención desde el año 999. Delante de su puerta principal hay unos faroles muy antiguos que según la descripción que sobre ellas hay datan de 1832.
Dejamos la iglesia y subiendo por la misma calle en la que se ubica llegamos hasta el inicio de lo que es el CAMINO REAL que empieza con una subida aunque no tan pronunciada. Una vez arriba se tiene una excelente vista del desfiladero en cuyo fondo se ve la carretera nacional y mucho más abajo avanza reptando mansamente el rio Besaya. Este Camino fue construido en 1749 y fue considerado un ejemplo de hacer caminos por trazados difíciles, medio siglo antes de que se creara el Cuerpo de Ingenieros de Caminos de España. Aún quedan cosas originales de aquella época: abrevaderos, mojones, fuentes, quitamiedos, etc.
Hasta que llegamos a una portilla y el camino se aplana. Unos minutos más y se alcanza una fuente luego de la cual aparece a un desvío: el tramo de la izquierda llega a Pico Jano, a donde también se puede hacer una excursión aunque amerita más tiempo; nosotros continuamos por la derecha. Aunque el Camino Real no esté completamente señalizado no hay pierde pues el sendero continua siempre grande y ancho y sin grandes desvíos.
Este es un buen momento para apreciar las guardarruedas al borde del camino, si bien desde casi el principio de la vía las hay en este segmento se encuentran las más grandes y mejor conservadas. Estas fueron piedras puestas al borde del abismo para evitar que los carros se despeñasen. Se colocaron 6449, todas ellas de casi 1 metro de largo.
Mirando cabras montesas correr por las laderas de empinados cerros llegamos a la Peña Pea que es un buen sitio para descansar ya que ahí hay una mesa de piedra y hasta una banca para más comodidad. Desde allí vimos al frente, pendiendo en el vacío, los túneles y muros de contención por donde pasa el tren.
Luego nos metimos por una curva y vimos una piedra con una extraña silueta a la que bautizamos como la “cara del inca” porque nos hacía recordar una similar que vimos en nuestras caminatas por el Perú. Pasamos un pequeño arroyo llamado el Arroyo de la Juridsción el cual señala el límite de Pesquera y Bárcena, desde este punto el Camino Real adquiere mucha amplitud lo cual hace mucha más cómoda la caminata. Minutos más tarde llegamos hasta la FUENTE DEL REY que tiene esculpida en su superficie la fecha de 1905 y algunas cosas más que hacen alusión a su origen real. Al rato aparece una portilla a la que hay que abrir con mucha fuerza y desde aquí todo es una bajada ligera hasta que llegamos a la carretera nacional N-611, así dejamos el pasado y nos metemos de lleno en la modernidad.
Desde aquí hay que alcanzar el pueblo de Pesquera caminando al menos 1 kilómetro por esta carretera, el problema es que no hay un arcén para peatones y el hecho de haber muchas curvas que no permiten ver si vienen coches hace que esta parte sea un tanto peligrosa.
Finalmente llegamos hasta Pesquera adonde entramos por el pintoresco barrio de Ventorrillo donde hay bonitas casas construidas con el estilo arquitectónico popular de Cantabria y alguna que otra en estado de abandono. Cruzamos el río Besaya por un puente de 2 ojos para dirigirnos hasta la estación de tren y ponerle fin a una aventura más.
Como ven hemos salido desde Pesquera andando por una calzada romana y hemos regreso allí mismo por un antiguo camino del XVIII, también es posible hacerlo al revés claro o solo uno de los dos tramos, lo esencial es salir al sol, salir a ver las maravillosas montañas cántabras plagadas de bosques. Lo importante es vivir y conocer y que mejor que de un modo sano y que apenas impacta en la naturaleza: usando nuestros dos pies, como lo hacíamos hasta no hace mucho. PabloDATOS
- Desde Bárcena (288 msnm) hasta Pesquera (621 msnm) hay una distancia de 6 kilómetros.
- A diferencia de la Calzada romana esta vía no tiene espacios húmedos o encharcados, así que imaginamos que se puede caminar por allí en cualquier época del año.
- Recordar que Pesquera no es estación obligatoria de trenes y por ende hay que estar en el andén cuando el tren pase para que el conductor te vea y se detenga ya que si no ve a nadie sigue de frente.