Aprovechando que por fin hemos levantado y aunando las voces para reivindicar lo que es nuestro (en el plano social, económico y político) y que poco a poco nos han ido quitando valiéndose de nuestro adormecimiento o del “dejarnos hacer”, pongámosle voz también a un derecho que para mí es el principal de todos: Derecho a parir y nacer con respeto.
Aunque hay que reconocer que a estas alturas es vergonzoso que tengamos que pedir algo tan natural y lógico como esto, después de que el “desarrollo histórico” llevara a las mujeres a ser tratadas como un mero objeto en la salas de partos, en lugar de ser las protagonistas de ese primordial acontecimiento.
Pero si queremos que cambie, nosotras, mujeres, tenemos que manifestar y dejar claro cómo queremos que sea el momento del parto, un momento tan importante en nuestras vidas. Nuestra voz debe ser escuchada y respetada por todos los ginecólogos cuando les hablamos de: poder elegir las posiciones en que queremos que se produzca el nacimiento, el lugar dónde nos gustaría que ocurriese (ya sea un hospital, sanatorio o en nuestra propia casa) y sobre todo con qué personas queremos compartir ese momento.
Desde hace unos años en el mes de mayo se celebra la Semana Mundial por un Parto Respetado, en la que, a través de diferentes actividades y en distintos puntos del mundo se intenta brindar información y generar conciencia sobre los derechos que las mujeres y los niños tienen en el momento del nacimiento. Sentimientos que no son solo ideas que surgen simplemente de un grupo de personas, sino que están avaladas por diferentes organimos (OMS) y que se deben hacer cumplir.
“Para cambiar el mundo, hay que cambiar la forma de nacer”
Michel Odent
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