Revista Tendencias
Soy de esas personas que defiende el hecho de que no debe existir el miedo. Que el miedo es algo que nos vuelve vulnerables ante cualquier situación, que nos debilita y nos hace sufrir por algo que quizás no vale la pena. Pero también soy la primera en tener ese miedo. En tener un gran miedo a perder a quienes me importan, a meter la pata, a no llegar a alcanzar sus expectativas. Y me siento inútil por ello. Por no ser capaz de decir lo que pienso, por quedarme siempre con las ganas, por dejarme vencer por un pánico irreemplazable. Porque tengo miedo a equivocarme. A que no salgan las cosas como esperaba. A perder, otra vez, a alguien que se ha convertido en esencial. Porque ya lo he vivido. Ya lo he sentido. Ya sé cómo es el sentimiento de que una persona a la que aprecias se va alejando de ti, sin dar ninguna razón aparentemente válida. Solo se va de tu vida, dejando una huella que no se puede borrar por mucho tiempo que pase. "No quiero escucharte, no insistas, prefiero esta vez encontrarte inundando mis ojos, esperando a que pase, a que caigamos otra vez..." decía Maldita Nerea en la canción Por el miedo a equivocarnos. Y es verdad. Prefiero hacerme daño a mí misma a enfrentarme al problema, viendo como me dejas atrás. Porque tengo miedo a equivocarme contigo. Tengo miedo a dejar de ser alguien, dejar de importarte. Aunque quizás nunca te haya importado demasiado. Quién sabe. Porque ya lo intenté una vez. Con otra persona, totalmente diferente. Y no salió, no funcionó, no lo conseguí. Por eso ahora no puedo volver a hacerlo. Es ser muy cobarde. Lo sé. Todo el mundo no es igual. También lo sé. Pero prefiero no arriesgar.
Y si algún día reúno el coraje suficiente como para enfrentarme a ello, como para no esconderme, como para dejar de llorar, espero que esa persona al menos esté orgullosa de haber sido quien logró hacer que superara mi miedo.
Porque esa persona me importará demasiado que hasta dejaré de importarme a mí misma.