“El tiempo podía convertirse en un despilfarro de horas. Miguel empezó a comprenderlo a los pocos días de estar en la residencia. Para evitarlo, el secreto consistía en disimular el tedio aplicando una atención desmesurada a los pequeños gestos.
Observaba a sus nuevos vecinos: algunos estaban enfrascados en sus partidas de ajedrez, en la lectura de un libro o en los paseos alrededor del jardín principal; otros charlaban en corrillos, se gastaban bromas, discutían las noticias que aparecían en televisión o languidecían sentados en un sofá frente a las buganvillas esperando la visita de familiares y disimulando la decepción cuando nadie llegaba.
A fin de cuentas, allí todos estaban por lo mismo: estaban solos, o como si lo estuvieran, y habían llegado cargados de recuerdos, dolencias y manías.”Miguel y Helena se conocen en una residencia de ancianos en Tarifa, a una edad en la que creen haberlo vivido todo ya. A Miguel le asusta volar. A Helena le da pánico el mar. Los dos tienen hijos adultos y sienten que les han relegado a un plano casi ornamental. El dramático suicidio de un compañero de la residencia les abre los ojos. No quieren pasar sus últimos días recordando y añorando tiempos supuestamente mejores. Y juntos decidirán emprender el viaje de sus vidas, en el que descubrirán que nada es defi nitivo mientras queden ilusiones que perseguir.
Mientras tanto, en la lejana ciudad sueca de Mälmo, la joven Yasmina, hija de inmigrantes marroquíes y que sueña con ser cantante, vive atrapada entre el cuidado de su autoritario abuelo Abdul y el desprecio de su madre, para quien Yasmina es una vergüenza porque trabaja para un sueco de pasado turbio. Y vive un romance secreto con el subcomisario de la Policía sueca, un hombre mayor e importante.
Estos tres personajes dibujan una historia sobre el sentido del amor y sobre lo extraordinarias que pueden llegar a ser las personas comunes.
Víctor es un autor catalán (1968), que pasó gran parte de su vida metido en bibliotecas mientras su madre trabajaba, lo que fomentó su pasión por los libros y la literatura.
Licenciado en Historia, trabajó en diversos oficios antes de dedicarse a la escritura (seminarista durante cinco años antes de licenciarse, policía o mosso d'escuadra en la Generalidad de Cataluña entre los años 1992 y 2012, y dos años como locutor y colaborador radiofónico en Catalunya (Radio Estel, ONCE).
Ha sido finalista en algún que otro premio literario (Premio Fernando Lara en 2008, con "El abismo de los sueños") y ganó el Premio Tiflos de Novela, organizado por la ONCE en 2006 con "El peso de los muertos".
“La tristeza del samurái”, fue traducida a una decena de idiomas y best seller en Francia en 2011. Ganó el Prix Polar européen 2012 (Le Point) y el Premio Tormo en 2014.
Otros Premios han sido:
-Finalista Gran Prix Beaune Cine extranjero, por "Respirar por la Herida"
-"Un Millón de Gotas" ganó el Premio Salamanca Negro 2014, Gran Prix littérature Policière (modalidad extranjera) 2015, y Premio Violeta Negra 2016
Por último fue Premio Nadal en 2016, por "La Víspera de Casi todo"
Hace tiempo que tengo en mente y conozco a Víctor del Árbol y su fama de escribir argumentos duros de esos de los que no sales nunca indemne por profundos, y realistas. Quizás demasiado realistas, porque la realidad a veces nos puede golpear muy fuerte por su crudeza. Por fin he podido comprobar por mí misma que Víctor es un autor que duele, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta.
Y es que los personajes es otro de sus puntos fuertes, porque no son superficiales de esos que pasan sin pena ni gloria a lo largo de las tramas. Son profundos, elaborados, empáticos. Y ese es el "problema" (si es que a eso se le puede llamar “problema”, porque en realidad es un logro tremendo para un escritor), que te sumerge de lleno en sus vidas, haciéndote sentir lo que ellos sienten, sus miedos e inseguridades, su felicidad y sus desgracias, como si te estuvieran sucediendo a ti.
Pero los mayores peligros son aquellos que no vemos porque se esconden muy cerca de nosotros. ¿Acaso no son las personas más cercanas las que tienen el poder de hacernos más daño? Aquellas en las que confiamos, a las que nos entregamos sin medida y sin reservas. Ellas nos provocan el mayor dolor.Miguel y Helena (aunque hay muchos personajes importantes, estos son los que llevarán el mayor peso de la trama) se conocen en una residencia de la tercera edad en Tarifa (Cádiz), a la que ambos han llegado por distintas situaciones personales. Miguel está sufriendo los primeros embates de esa horrible enfermedad (la demencia senil que irá inevitablemente seguida por el Alzheimer) porque su hija Natalia embarazada y casada con un energúmeno que la maltrata, no puede hacerse cargo de él.
¿Sabes lo que es la demencia? ¿Alguna vez has tenido miedo de olvidar lo que eres, lo que has sido, no reconocer a los que te rodean, volverte extraño en el mundo que conocías? El alzhéimer se comerá estos momentos. Ni siquiera sabré que esto ha existido. Es cruel encontrar algo, disfrutarlo un instante y olvidarlo para siempre.Los dos llevan a sus espaldas el peso de sus particulares dramas del pasado, muchos de ellos aún sin zanjar y varias heridas aún sin cerrar.
Algunas vidas solo se rozan en un momento mágico para no volver a unirseTenemos varios hilos argumentales: por una parte el autor nos va contando como ha sido la vida de estos dos protagonistas, la relación que tuvieron con sus padres o la ausencia de esos padres y el porquén de la misma. Por otra parte dos tramas en el momento presente: el devenir de Helena y Miguel cuando después de hacerse amigos en la residencia deciden ir juntos en busca de sus fantasmas y de posibles respuestas, y lo acaecido en Mälmo (Suecia) a otros personajes también importantes como Yasmina, una chica de origen musulmán que debe pagar una deuda que contrajo su abuelo Abdul hace mucho tiempo y su madre Fátima, o el subcomisario Govan, y el malvado Sture. Pero al final todo se une, se enlaza, personajes y entramado. Y es que sí..., esta novela también tiene su lado de suspense, policiaco, con crímenes y todo.
Los que me conocéis un poco ya sabéis que no soy de las que me achanto ante las novelas duras, es más, me atraen y me suelen gustar. Pero esta vez me ha sucedido algo curioso: llegó un momento cerca del final que si bien yo ya me olía cual iba a ser el desenlace, tuve que dejarlo reposar un poco, parar hasta el día siguiente y buscar un buen momento para terminarlo, después de haber cogido fuerzas.
Las personas hacen lo que tienen que hacer para proteger a los suyos, aunque no les guste.Porque presentía la crudeza del final, la violencia, presentía que iba a doler. Y ufff dolió. Pero también tengo que decir que no me importa, que me gusta que un libro me haga vibrar, me remueva por dentro, que me conmueva.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
A estas alturas de la película ya habréis podido sospechar que me ha gustado mucho este libro y la forma de escribir de este autor.
Aborda muchos temas, algunos delicados como la violencia de género y otros como la amistad, las a veces difíciles relaciones entre padres e hijos, la vejez y las ganas de seguir viviendo y existiendo y el amor a estas edades (porque nunca es demasiado tarde ni se es demasiado viejo para el amor), los recuerdos y los olvidos (los que nos gustaría poder provocar, pero también lo que nunca nos gustaría olvidar).
A veces me da por pensar que a los setenta años todavía hay tiempo para cambiar de vida. El problema es que los paisajes por los que transitamos siguen siendo los mismos, y albergamos las mismas preguntas y la misma ausencia de respuestas. Al final, acabamos en lo de siempre, abrigados por la certeza de los recuerdos. Ya conocemos sus dolores, los tenemos domesticados, mientras que lo nuevo augura también nuevos sufrimientos. Nos volvemos cobardesLa recomiendo sin duda a todo el mundo, aunque con reservas: hay que ser consciente de que te puede golpear, dejarte un poco noqueado. Una novela muy bien escrita, que me ha dejado huella, que no olvidaré fácilmente y que me ha dejado con ganas de volver a leer al autor (puede que la siguiente sea la del Premio Nadal), porque literariamente hablando quizás sea un poco masoquista, puede ser...
Mi nota esta vez es la máxima, como no podía ser menos: