Las verdaderas causas de la crisis económica y de los problemas de endeudamiento de los ayuntamientos, comunidades autónomas y demás organismos públicos locales, provinciales, autonómicos y/o estatales, no está en el modus vivendi de los ciudadanos de a pie, los cuales, obviamente, han hecho todo lo que ha estado en su mano por llevar una vida cada vez mejor dentro de las posibilidades de cada uno. La realidad es que no es cierto eso de que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades en la época de bonanza económica, puesto que dicha bonanza no era más que una ilusión disfrazada de opulencia y bienestar que nos ha estallado en toda la cara cuando ha reventado toda la ponzoña chanchullera de políticos corruptos y entidades privadas, que se lucraban gracias a los tejemanejes que se traían con éstos.
En esos años se cimentó a conciencia la miseria que padecemos ahora y de la que nos quieren hacer creer que somos responsables porque vivimos por encima de nuestras posibilidades. Su desvergüenza llega hasta ahí y más lejos, pero cuando se les saca a la luz los descarados despilfarros, tráficos de influencias y negocios turbios en esas construcciones faraónicas cuyo objetivo es el lucro basado en la estafa y la necesidad de grandeza social de unos personajillos mediocres y tramposos, entonces callan y miran para otro lado.
Esas construcciones faraónicas han supuesto a las arcas públicas miles de millones de euros que ahora podrían utilizarse en la financiación de esos servicios públicos de los que tanto se quejan porque son deficitarios y que no dudan en sablear cada vez que pueden, sin decir que el dinero que no se destina a éstos lo están usando para pagar ese despilfarro de un pasado bien reciente, además de cobrarnos impuestos, éstos sí, por encima de nuestras posibilidades.
En la España de los aeropuertos sin aviones, de los parques temáticos por doquier, de los circuitos urbanos de fórmula 1, de los AVE a ninguna parte con estaciones en zonas cuasi desérticas, de los deseos de un Madrid olímpico que ha costado un buen dinero público, de los estudios cinematográficos de la Comunidad Valenciana, de las construcciones deportivas que no se usan por su alto coste en mantenimiento, como el estadio olímpico de Sevilla o el Palm Arena, de la Expo de Zaragoza cuyos pabellones constituyen ahora una ciudad fantasma, de las estaciones de esquí sin nieve y abandonadas como el complejo de ocio Meseta Sky, en la zona de Tordesillas, declarada ilegal por el Tribunal Constitucional, abandonada y con 12 millones de inversión quitados a los ciudadanos; y de tantos y tantos proyectos que se construyeron y nunca se usaron pero que se siguen y se seguirán pagando durante muchos años mientras los políticos y entidades públicas que aprobaron y promovieron sus construcciones, al contrario de los ciudadanos a quienes debían representar, viven sin ninguna necesidad ni dificultad y no pagarán nunca ante la justicia por su responsabilidad en el derroche de dinero público tirado a la basura y su fraudulenta gestión. Y luego se atreven a hablarnos de austeridad mientras nos roban por encima de nuestras posibilidades. ¡¡¡Fuera con ellos!!!