Ella le mira y trata de pensar en él como en un extraño, alguien a quién acaba de conocer y se ha metido en su cama de manera inesperada, haciendo que el pecho se agite como solo ocurre las primeras veces, y con esa mezcla de miedo y morbo que se siente cuando provocamos intimidad con una persona a la que acabamos de conocer. Pero le es imposible, ese cuerpo es demasiado conocido para ella, esa forma que dibuja la penumbra ha sido estudiada por sus dedos y su boca una y otra vez desde hacía tanto, tanto tiempo, que ya ni siquiera era capaz de recordar la cifra en años. La intimidad había pasado a llamarse rutina y el cuerpo de él era tan suyo como de ella. Dormían uno al lado del otro día tras días, tras resolver problemas, correr para llegar al trabajo, al médico, a la clase de pilates, al mecánico... Días que le costaba diferenciar en su memoria, todos tan parecidos, todos tan ajenos a aquellos primeros tiempos en los que solo buscaban devorarse, fundirse, sentirse a la vez dueño y vasallo del otro...
Todos estos pensamientos pasan por su mente mientras se acerca a la cama, a su lado de la cama, con su forma tan moldeada como está en el cuerpo de él. Se mete entre las sábanas intentando no despertar al otro, al que ha llegado rendido del trabajo y se ido a dormir hace un rato mientras ella terminaba el libro que nunca tenía tiempo para coger. Apoya su cabeza en la almohada y le mira cara a cara, siente su respiración, ve como parpadea levemente sin llegar a abrir los ojos. Una ola de ternura recorre su cuerpo, le toca la cara levemente, recorre su contorno, sus ojos, su boca, esas mejillas con su medio barba... Es él, es él, es el que la acompaña, el que lucha junto a ella para sobrevivir, el que ella eligió...
Él despierta y la mira. Tarda unos segundos en sonreír, unos segundos que a ella se le hacen eternos. Finalmente lo hace, con toda su boca, con toda su alma. La ternura que desprende su mirada se mezcla en el aire con la ternura que ella acaba de sentir en todo su cuerpo y bailan una danza extraña, diferente a los momentos de pasión, locura y sexo loco que vivieron al principio, nada más conocerse, esos momentos en los que se deseaban tanto... Ahora se siguen deseando, mucho, pero sobre todo se quieren. Se quieren como nunca han querido a otra persona, como posiblemente será difícil que vuelvan a querer. Se quieren y hacen el amor de manera pausada, sensual, mirándose a los ojos y sintiendo el amor que el otro siente hacia su persona. Mirándose y viéndose en los ojos del amante tal y cómo el otro les ve, engrandecidos, perfectos.
Ella apoya la cabeza en el pecho de él, que poco a poco va quedándose dormido. Ella intenta acoplar la respiración a la de su pareja, mientras el sopor hace que vaya cerrando los ojos, sin llegar a dormirse. Quiere disfrutar de esta sensación, grabarla en su memoria y tirar de ella cuando dude, cuando tenga momentos de flaqueza, cuando vea el horizonte oscuro y peligroso. Porque por este sentimiento ella está con él, porque por esto merece la pena todo lo demás... Porque ahora, en esta cama y en este instante, le ama con toda su alma... y eso es lo que importa.