A veces tengo la sensación de estar más solo que la una, como me ocurre cuando de entre mis críticas repetitivas algunas, que afortunadamente no son muchas, brillan por su ausencia en los medios de comunicación y solo personas como yo nos atrevemos a plantear algo que debería estar provocando un tremendo clamor popular.
Puedo poner varios ejemplos, desde la estafa que supone la revisión anual de precios de autopistas de peaje, que solo se practica en España, hasta las comisiones bancarias que por obra y gracia del espíritu santo, mientras en todos los países más o menos civilizados están sujetas a máximos, en España están sujetas a mínimos bastante más altos que los máximos de los países donde la deshonestidad no es norma, pasando por nuestra indefensión ante la Administración Pública.
Pero ¡¡Por Fin!!, ¡¡Por Fin!!, ¡¡Por Fin!!, en el artículo que adjunto, publicado en el Magazine de La Vanguardia del domingo 26, firmado por la escritora y periodista Angeles Caso, no se limita como todos los periodistas a denunciar a las eléctricas, o a los bancos, o a cualquier otro servicio público, uno por uno y sin mezclarlos, sino que denuncia la estafa que practican sin el más mínimo decoro todos los estamentos que prestan algún tipo de servicio en España, sean públicos o privados, con el apoyo de unos gobiernos que en vez de proteger al ciudadano que les vota apoyan incondicionalmente a los estafadores. La autora incluso coincide con algo que llevo tiempo diciendo, en España no hay ciudadanos sino súbditos.
Espero que Angeles Caso sea la primera de una larga lista de periodistas que empiecen a llamar a las cosas por su nombre.