ZP ya sabe si se va a presentar o no (para colmo que lo ignorase), pero no hará publica su decisión, ¡como si hiciera falta!
Todos sabemos que, en caso de que hubiera decidido presentarse a la reelección, ya estaría sacando pecho; tan bien como que lo que a él, optimista irredento, lo que le pediría el cuerpo es seguir, pero al final ha acabado haciendo caso a los que le advierten por activa y por pasiva del cataclismo que se avecina.
Si ZP tubiera un mínimo sentido de partido (ya sabemos que carece por completo del de estado), se retiraría antes de las autonómicas y municipales para minimizar la debacle. No en vano, varios mandarines de taifas, entre ellos Gómez y Barreda, comienzan a desmarcarse de su figura en declive, pero nadie se atreverá a pedir abiertamente su cabeza hasta que se haya consumado el desastre.
Y, mientras tanto, el que aguanta el chaparrón es el ciudadano de a pie, esto es: usted y yo.