La soga sigue apretando su nudo al cuello de miles de personas, de familias, de pequeñas empresas en este país. Sin embargo, las quejas, lamentos, el pesimismo creciente parecen ser los únicos mecanismos de respuesta ante tanta agresión a lo que ha sido el modus vivendi de casi todos en estos años.
La resignación no me parece un tratamiento adecuado para esta gran depresión colectiva, alimentada cada día por los medios de comunicación, y avivada por Gobiernos estatales, los autonómicos derrochadores o incapaces e incluso por los ayuntamentitos de provincias.
Con esa vieja manía de cuestionármelo todo, me fluyen preguntas, seguramente sin respuestas fáciles: ¿Quién o quienes están ganando en esta batalla? ¿Quiénes se están llenando el bolsillo con los euros que nos sacan de los nuestros? ¿Los agujeros “financieros” son reales o únicamente se trata de operaciones de maquillaje contable? Si todos fuéramos a sacar los euros que nos puedan quedar de los bancos y cajas, ¿encontraríamos nuestro dinero o simplemente un papelito inventado, como los billetes del monopoly, que diría que ese papel vale por…?
No quiero seguir en esa dinámica pero ante la sangría a los que todavía trabajan y la congelación vital a la que se somete a quienes no lo pueden, hacer tenemos que hacer algo. No sigamos lamentándonos, viviendo de carnaval a romería; de navidades a semanasantas; de ligas a eurocopas… como bobos a los que se nos entretiene con esas milongas mientras nos roban la vida a plena luz del día y con testigos.
El dinero fuera de los bancos y no permitir el crecimiento de los impuestos son mis recetas.
Recuperar lo nuestro y no pagar lo suyo.