Revista Política

Por las medias verdades

Publicado el 15 enero 2015 por Catalega @Catalega
POR LAS MEDIAS VERDADES Nuestro País, hace unos meses, vivió unas semanas de preocupación por el contagio por ébola de la auxiliar de enfermería Teresa Romero. España fue un clamor, en primer lugar preocupada por el estado de salud de Teresa y también, un sector importante de la población, indignada por el contagio y la supuesta falta de control de los responsables sanitarios.
Y es que muchos se preguntaron, (nos preguntamos), durante esos días cómo podía haber ido la auxiliar a su centro médico con síntomas de enfermedad, y haber sido enviada de vuelta a su casa con el famoso “paracetamol y mucha agua” por parte de su médico de familia, pese a haber tenido relación directa con los misioneros enfermos de ébola. Muchos pensábamos que habían fallado los protocolos en este sentido, pero parece que no había sido para tanto, y me explico. Efectivamente la Sra. Romero se infectó de ébola, pues no existe una seguridad 100 % para el personal que atiende a los infectados, cualquier error puede ser fatal y, además, parece que según algunos, los medios e instalaciones con las que contaban no eran, en todos los casos, las más idóneas. Pero luego no falló el protocolo, sino la enfermera infectada, pues cuando acudió al médico de cabecera no le dijo que era persona de riesgo, extremo diría yo; sino que se calló, se fue a su casa e hizo vida normal. Y esta actitud no la entiendo. ¿Y ahora qué? Es verdad que el famoso protocolo decía que si no llegaba a una fiebre determinada no había peligro, pero Teresa Romero debería haber informado de su trabajo y, a lo mejor, haberse dirigido directamente al hospital Carlos III. Pues ahora nada, durante esos días muchos fueron los que hicieron responsable el Gobierno y a la Comunidad de Madrid de la crisis que sufrimos y del miedo a que se expandiera el ébola, enfermedad de la que ya se habla muy poco pero que sigue ahí, matando a muchos africanos, cuando la responsable, y así lo digo, fue Teresa Romero, por no informar de su trabajo, por callarse un dato tan importante, por las medias verdades.

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