Revista Política
Hubo una vez un día en el que una poderosa raza de alienígenas detuvo el mundo, salvo a un hombre, elegido al azar. Pudiendo entrar en cualquier domicilio ajeno, no lo hizo. Pudiendo agarrar cualquier objeto de cualquier comercio, no lo hizo. Pudiendo dañar impunemente a sus enemigos, detenidos como estatuas de carne y de sangre, no lo hizo. Aunque todo estaba parado en torno suyo, no se detuvo su probidad. Sin saberlo, este hombre salvó el mundo, salvos fuímos todos por los actos de uno.
-José Alfonso Pérez Martínez, 26 de octubre de 2013-