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por Lucia Álvarez
En medio de crecientes denuncias por nacimientos con malformaciones vinculadas a la inhalación de agrotóxicos, el Ministerio de Salud de la Nación decidió responder a la problemática con la creación de un Registro Nacional Anomalías Congénitas (RENAC), para prevenir esas patologías y disminuir la morbimortalidad infantil.
El RENAC forma parte del Programa Red Nacional de Genética Médica (creado en octubre de 2008) y cuenta en la actualidad con información de 31 hospitales públicos del Noroeste, Noreste, Santa Fe, provincia de Buenos Aires y Capital Federal, abarcando así 111.300 nacimientos anuales, es decir, el 27% de los 417 mil partos del sector público. El objetivo para este año es extenderse primero a los 100 hospitales públicos del país con más de 1000 nacimientos y posteriormente a las clínicas privadas, para tener un mapa completo de las anomalías a nivel nacional.
Si bien desde el RENAC argumentan que la visibilidad de los casos vinculados a inhalación de agrotóxicos no fue determinante para su creación, en los documentos del programa se menciona explícitamente "la preocupación por conocer la distribución geográfica y temporal de las frecuencias de anomalías congénitas, en función de presuntas alarmas vinculadas con contaminantes ambientales".
"Hace tiempo que consideramos necesario tener un registro para conocer la prevalencia de estas anomalías y evaluar el impacto de cuestiones como la fortificación de alimentos con ácido fólico, las campañas de vacunación contra la rubeola y el impacto de ciertos medicamentos. También está el tema de los agrotóxicos. Para saber qué pasa, necesitamos datos. Nos preocupa el tema del glifosato, porque hay referencias y estudios experimentales, pero la realidad es que todavía se desconoce si existe una asociación", explicó uno de los coordinadores del RENAC, el doctor Pablo Barbero.
Entre esos estudios experimentales sobre glifosato figura el del doctor Andrés Carrasco, director del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA e investigador principal del CONICET. La revista estadounidense Chemical Research in Toxicology publicó el año pasado un informe suyo que confirma que el químico estrella del agronegocio tiene acción sobre el ácido retinoico, provocando malformaciones en embriones de vertebrados, una conclusión aplicable a la especie humana.
"Contar casos es un primer paso, lo importante es que no saquen conclusiones apresuradas o que se hagan estos estudios con el fin de corroborar una hipótesis previa. Puesto así, el registro parece más una salida a ciertos compromisos. Hay que hacer un verdadero estudio epidemiológico: tomar una población y ver cuántos casos había en un período y en otro", advirtió Carrasco a Tiempo Argentino.
Uno de los pocos estudios epidemiológicos oficiales se realizó en Chaco y sus conclusiones no fueron reconocidas luego por las autoridades provinciales.
Allí se determinaba que los casos de malformaciones congénitas habían crecido un 400% y, en algunas localidades como La Leonesa, las patologías oncológicas infantiles, leucemias, tumores cerebrales y linfomas, lo habían hecho en un 300% entre los períodos 1990-1999 y 2000-2009.
Para despejar estas desconfianzas, la doctora Rosa Liascovich, también coordinadora del RENAC, explicó que el registro es sólo el primer paso y que permitirá tener información sobre frecuencias y áreas de influencia para que, en el futuro, se puedan realizar estudios específicos en algunas zonas. Prefirió no divulgar datos aún, pero adelantó que no se hallan hasta el momento demasiadas variaciones: "Son las cifras históricas y se corresponden con las referencias internacionales, entre el 1 y el 2% de casos de malformaciones graves, es decir, aquellas que comprometen la salud del paciente", explicó Liascovich, quien estimó que el primer reporte estará disponible para octubre de este año.
"Es buena la medida. Pero deben dar participación a los equipos médicos en contacto con las poblaciones afectadas. En Córdoba, tenemos estudios que muestran cómo estas patologías pasaron de un 1,5% al 4,7% en 30 años", explicó el neonatólogo Medardo Ávila, de Médicos de Pueblos Fumigados, quien caracterizó a las pulverizaciones con glifosato como "una verdadera guerra química".
"Aplicar el principio precautorio"
"Los que trabajan sobre la hipótesis de que los agroquímicos no afectan a la salud, nunca terminan de probarlo. Hoy existen muchas sospechas, muchos estudios como el de la Universidad Nacional de Río Cuarto, que demostró que las poblaciones expuestas a pulverizaciones con glifosato y otros herbicidas como 24D y Atrazina muestran lesiones genéticas mayores que las de otras localidades de referencia. Con eso bastaría para aplicar el principio precautorio", explicó el doctor Andrés Carrasco.
Ese principio, que supone proteger a la salud ante la posibilidad de un perjuicio ambiental irremediable, fue utilizado en febrero de este año por la justicia santafecina para dejar firme un fallo que prohíbe fumigar con agroquímicos en las cercanías de la ciudad de San Jorge. También fue el argumento de un fallo de segunda instancia de la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Chaco, por una denuncia iniciada en la localidad de La Leonesa, que limitó las aspersiones con químicos a no menos de 1000 metros de las viviendas si el método es terrestre, y a 2000 metros mediante métodos aéreos. Los dos casos, que tocaron el corazón de un modelo agropecuario hegemonizado por la soja transgénica, marcaron un precedente para los cientos de denuncias que existen hoy en el país.
Fuente: miradaprofesional.com