Ya no asistimos atónitos a nada. No se molesten en intentar escandalizarnos: Es inútil. A cualquier chorrada que ustedes nos propongan contestaremos con un "pues muy bien", con un "sí, hombre, sí", y con un "hale, a seguir bien", sin girar siquiera la cabeza, sin pararnos un segundo y sin desviarnos ni un milímetro de nuestro camino a ninguna parte.
A nosotros ya nada nos afecta ni nos perturba. Estamos en una suerte de pasotismo zen o de tocagonadismo tao. Qué más da.
Pero a las pobres criaturas que aún esperan algo de la vida qué; ¿eh? Pobrecillas. Gente sensible aún, optimista aún, esperanzada aún. A ellos qué. Alguien debería hacer algo por ellos.
La última (o la anteantepenúltima, porque las paridas son tan seguidas que cuando me entero de alguna ya han salido varias más) es que alguien va a hacer un edificio inspirado en las curvas de Beyoncé.
Infografía del proyecto de la Torre Premiere, en Melbourne.
Pues muy bien.
Pues sí, hombre, sí.
Pues hale, a seguir bien.
(Pues a mí no se me parece nada a Beyoncé).
En realidad el rascacielos no se inspira en las turgentes carnes de Beyoncé, sino en su cuerpo enfundado tal como aparece en el vídeo de su tema Ghost.
Imágenes del videoclip Ghost, que ha inspirado un edificio.
Pues muy bien.
Pues sí, hombre, sí.
Pues hale, a seguir bien.
Quiero decir: Así sí. Así sí que se parece. Qué estupendo.
¿Y por qué? ¿Y para qué?
Si el criterio compositivo ha sido ese, me parece perfecto, me parece estupendo, me parece sublime. Sí, hombre, sí. Vete por la sombra, que hace mucho calor. Hale, a seguir bien. Si ese ha sido el único motor del proyecto entonces la única crítica arquitectónica que podemos hacer a la imagen que tenemos aquí arriba es: "los pechos de Beyoncé son más rotundos que los de la torre", y también: "el pecho izquierdo del rascacielos está un poco caído (y es raro)".
-¿Dónde vives?
-En Spencer Street, Edificio Beyoncé, Glándula suprarrenal izquierda, Melbourne (Australia).
Pues muy bien.
Pues sí, hombre, sí.
Pues hale, a seguir bien.
Ante tanta tontería todo lo demás sobra. No se puede decir nada más.
Por otra parte, creo que los arquitectos han debido de manejar más variables y han debido de tener más criterios, pero, en definitiva, todo consiste en vender la moto. Y lo bonito, lo gracioso y lo comercial (sobre todo lo comercial) es contarle al estúpido cliente y a los estúpidos espectadores-consumidores lo de Beyoncé.
Pues muy bien.
Pues sí, hombre, sí.
Pues hale, a seguir bien.
Pese a todo lo dicho, pese a todo lo lamentado, pese a todo lo despilfarrado, los edificios icónicos (parece mentira) siguen vendiendo la moto muy bien.
Y eso es lo único que cuenta.
Y eso es lo que nos merecemos.
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