Revista Maternidad
¿Por qué?, ¿por qué l*s niñ*s tienen que acostumbrarse a que la vida es dura, adaptarse a sentirse pocos amad*s, poco escuchad*s o contenid*s? ¿Por qué?, ¿por qué hay que enseñarlos a no pedir, a no necesitar, a que no importa si gritan , lloran, patalean o incluso vomitan sus llamados no serán escuchados y ellos tenido por caprichos*s, malcríad*s y egoistas?, ¿por qué criarl*s desde la carencia, desde el no hay, no tengo, no puedo?, ¿por qué negarles nuestro cuerpo, nuestro calor y compañía en nombre de una incierta independencia futura? Cuándo además es lo único cierto que podemos brindarles (nuestra presencia, no la independencia)
¿Por qué someterl*s al miedo del desamor, el desamparo y la indiferencia?, ¿por qué hemos de creer que un niñ* criad* en la violencia y el maltrato (si, lo siento dejar llorar a un niñ* sin consuelo, apartarlo “porque si” del cuerpo materno, negarle mimos, abrazos, caricias, calor, teta, alegría, porque si, “porque yo lo digo y yo mando” ES violencia) será un ser human* pacífic* y amoros*, sabrá de la solidaridad, la generosidad y la empatía?, ¿por qué seguir perpetuando un mundo dónde no hay para tod*s, ni tod*s cabemos?, ¿por qué hacer con nuestr*s hij*s aquello que no haríamos con ningún ser amado, ni siquiera con un conocido lejano?
¿Por qué criarl*s desde la obligación y la obediencia, cortando así su vínculo con su capacidad de autorregularse y cualquier posibilidad de vínculo nutricio y empático?, ¿por qué poner horarios a sus necesidades y validarlas según la hora o el momento en que se presentan?, ¿por qué decidir como adult*s cuando tienen que mamar, comer, dormir, amar, aprender, compartir con amigos? En definitiva ¿por qué entrenarl*s y domesticarl*s para que otrs*s digan cuando deben ser felices, cuando deben vivir y cuando deben morir?
¿Por qué seguir creyendo y perpetuando que el amor duele (“hay amores que matan”) y que bien te quiere quien te hace doler?, ¿por qué seguir a merced de la ridícula idea que lo mejor que podemos darle a nuestros hij*s es aquello que no tenemos (juguetes caros, artículos de última generación, colegios privados, taller miles) y que nos obliga a separarnos de ell*s y romper el vínculo m/paterno, en vez de apostarle a aquello que si somos y si tenemos, y hacernos grandes en el arte de brindarnos a ell*s de darles cuerpo, amor, presencia, fusión, mimos, abrazos, juegos y risa compartida?
¿Por qué tanta soberbia e indolencia?, ¿por qué hacerl*s mendig*s de nuestros amor?, ¿por qué acostumbrarlos a recibir migajas, a conformarse con ellas y además agradecérnoslas?, ¿por qué tratarl*s como intrus*s y hacerl*s sentirse un estorbo en nuestra maravillosa e importante vida adulta, tan llena de noes y reglas de distancia emocional y física?, ¿por qué elegir la prepotencia y asegurarnos y asegurarles con ello una vida dura, difícil y carente? cuándo además lo fácil nos engrandece, nos libera y nos re-establece; ¿por qué elegir dejar llorar, cuándo con ello nos desgarramos a la par hij*s y m/padres, cuándo lo fácil es acudir y amar, es complacer y estar?, ¿por qué elegir la carencia y el miedo, cuándo somos para l*s bebés la respuesta ( hecha de presencia, fusión, teta, calor, contacto) a toda angustia y dolor?
¿Por qué? si venimos de los deseos satisfechos, las necesidades cubiertas. ¿Por qué? Si nuestro organismo, nuestro cuerpo reconoce con su ancestral sabiduría, esa que nos hizo vida y nos ha traído hasta aquí a pesar de nosotr*s mism*s, que es la vida nueva quien tiene prioridad y no solo lo sabe actúa en consecuencia, sin reglas, ni condiciones, sin esperar nada a cambio, con la certeza infinita que es quien da vida quien se pone al servicio de ella y no al revés. ¿Por qué seguir pretendiendo que el orden universal, lo natural y recomendable es vivir en la carencia, criar en la violencia y el autoritarismo?, ¿por qué? Si nuestro habitat original, el que nos dio vida y nos hizo ser, es todo generosidad y amor entrañable, es todo deseo cumplido, bienestar infinito. ¿Por qué elegir el miedo, la violencia y la carencia cuándo hemos sido gestad*s en el amor, la satisfacción, la complacencia y la dicha? ¿Por qué? O tal vez la verdadera pregunta, la que urge hacerse sea ¿PARA QUÉ?