Arroyo Naranjo, La Habana, Carlos Millares, (PD) Las inversiones en el Puerto del Mariel todas son de empresas extranjeras que se van insertando en la economía cubana a través de la muy propagandizada Zona Especial de Desarrollo del Mariel, que no cabe duda reporta o reportará grandes beneficios al gobierno.
¿Qué queda para los cubanos residentes o no en Cuba? Hasta el momento ningún cubano ha podido establecerse con una inversión en esa Zona Especial de Desarrollo. Por favor, si alguien sabe de alguno, que me lo diga.
En Estados Unidos y otras partes del mundo hay un sinnúmero de cubanos que son propietarios de florecientes empresa y con una predisposición personal a invertir en su país.
¿Por qué a los cubanos no los dejan invertir en su país?
Veamos el pollo del arroz con pollo. No es un asunto netamente económico, sino que tiene implicaciones de tipo político.
De aceptar las inversiones de los cubanos residentes en el exterior, el gobierno reconocería implícitamente que los cubanos que han abandonado Cuba con una mano alante y la otra metida en salva sea la parte, como dice el dicho, son honrados, trabajadores y talentosos y no delincuentes, bandidos, antisociales, etc.
Les crearían un gran caos pues no aceptarían que los cubanos recibieran una miseria como salario, mientras las famosas empresas contratadoras de personal, o contratadoras de mano de obra esclava, que sería el modo correcto de llamarlas, se llevan la gran tajada. De seguro quisieran contratar libremente a sus directivos, profesionales y obreros entre ellos, a miembros de sus familias, como es en todas partes del mundo.
Se jodería, hablando en buen cubano, el productivo negocio de directivos y empleados de estos engendros en que debes pagar exorbitantes sumas de dinero por una plaza. No podrían colocarse en puestos bien remunerados o de dirección a hijos de fulanos y ciclanas, que aunque no den la talla, tienen que estar ahí para velar por la hacienda familiar.
De permitirles que inviertan a los cubanos que viven en la Isla, se desvelaría el secreto de las profundas desigualdades de la sociedad cubana actual en la cual mientras, algunos son millonarios, otros se mueren de hambre.
El interés de las empresas foráneas es que la mano de obra sea lo más barata posible, además de tener garantizado que no haya huelgas, ni exigencias laborales, ni molestos sindicatos velando por las condiciones de trabajo u otras violaciones. En Cuba hay un gobierno comprometido a garantizar esto, siempre que entre el billete.
Una empresa supuestamente extranjera pudiera ser de miembros de la familia real, y encabezada por un testaferro, permitiría muchas cosas encubiertas, como lavado del dinero proveniente de sucias operaciones bancarias o el narcotráfico.
Para que sea aceptada una inversión se requiere la aprobación de altos funcionarios gubernamentales y me imagino las sumas de dinero que como “obsequio” reciben para que esto suceda.
Imposible pensar que en los medios cubanos pudiera divulgarse un caso como el de la brasilera Odebretch, que era una de las que aparecían en la construcción del Mariel o en sus operaciones. ¿Pura coincidencia?
No afirmo nada de lo que digo, simplemente he realizado un pequeño ejercicio mental pensando en las connotaciones de tipo políticas que implican toda una serie de limitaciones y condiciones que se dan en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y que hacen que sea un estupendo lugar; para hacer cualquier cosa, menos desarrollar el país y que estos beneficios se reviertan hacía la economía interna o mucho menos para mejorar la situación económica de la mayoría de los cubanos.
[email protected]; Carlos Millares
*Analista Político. Presidente FUNDACION SUCESORES