Revista Arquitectura
Por Sito Veracruz (@sitoveracruz) Si estás leyendo este artículo lo más probable es que ya sepas lo que es Airbnb: uno de los principales componentes de la economía colaborativa y la mayor web de alquileres vacacionales privados del mundo.
Sus números hablan por sí mismos. En 2013 tuvo 22 millones de usuarios, unos ingresos de 250 millones y terminó con una valoración de mercado de 10.000 millones de dólares. Sólo en Barcelona, un estudio realizado por profesores de Iese y Esade estima que Airbnb generó 128 millones de euros y 4.000 puestos de trabajo en ese mismo año.
Ante tal magnitud es normal que el fenómeno tenga defensores y detractores y es comprensible que sus apariciones en la prensa estén muchas veces condicionadas por la opinión de los más perjudicados, sobre todo cuando detrás hay importantes intereses empresariales.
Argumentar que la ley no los ampara es un argumento débil dado que las leyes se modifican cuando la sociedad y la situación lo requieren. De hecho el sector de los alquileres de corta estancia entre particulares tiene argumentos muy sólidos para defenderse y buenas razones para invitar a la reflexión sobre su papel en nuestras ciudades.
En cuanto a los tres argumentos principales usados contra este tipo de actividades, algunas ciudades ya han empezado a implementar soluciones para contrarrestar dichos problemas:
- No pagan impuestos. Evidentemente, mientras las administraciones no lo pidan los usuarios no van a enviar el dinero a ciegas. Airbnb repite constantemente que desea que sus clientes paguen impuestos puesto que esto implicaría la regularización de su servicio. En algunas ciudades ya han comenzado a hacerlo y aunque conlleva una gran labor inicial de censo y burocracia, Airbnb se muestra abierta a colaborar en el proceso y el retorno de la inversión en forma de impuestos vale la pena.
- El centro de nuestras ciudades se puede convertir en un gran hotel. Uno de los mayores peligros del uso masivo de alquileres vacacionales es la ‘Veneciación’ del centro de la ciudad. La primera forma de evitar esto es poniendo un límite máximo de alquiler por vivienda. En Ámsterdam se ha fijado un límite de 60 días al año para este tipo de alquileres y en San Francisco de 90. Entiendo que dicho límite podría modificarse dependiendo la zona donde se ubica el apartamento en cuestión, aunque tal excepción todavía no se ha llevado a cabo en ninguna ciudad.
- Hacen competencia desleal a los hoteles. Relativamente. Los usuarios de alquileres de apartamentos vacacionales difieren de los usuarios de hoteles porque los servicios que prestan son diferentes. Es cierto que al tener menores costes pueden abaratar el servicio. En cualquier caso, unos beneficios claros a los hoteles reglados sumados a una carga impositiva y unos límites temporales y espaciales harían que esta competencia fuera más equilibrada.
Para evitar que estos problemas se reproduzcan las administraciones públicas han de ser hábiles y realizar una regulación correcta, pero sin duda el esfuerzo merece la pena. Lo primero que se consigue con cualquier proyecto de economía colaborativa es una optimización de los recursos, tanto a nivel comunitario como individual, permitiendo que algunos ciudadanos puedan aprovechar el nuevo sistema para obtener unos ingresos extra. En el caso de los alquileres habitacionales entre particulares, además de estos objetivos también se pueden encontrar otros beneficios directos:
- Son un valor añadido para los turistas. La variedad de espacios, precios y localizaciones dentro de Airbnb es en ocasiones mayor a la ofrecida por hoteles. Esto, unido al trato cercano que muchas de las personas que alquilan su casa/habitación brindan a sus huéspedes, los convierte en un complemento para atraer visitantes a la ciudad.
- Redistribuyen el turismo a zonas menos saturadas. Los apartamentos ofrecidos en webs como Airbnb, Niumba o 9flats no están concentrados en el centro de la ciudad y alrededor de grandes infraestructuras como sucede con los hoteles. Esto resulta en que muchos turistas conocen nuevas zonas de la ciudad y consumen en éstas, lo cual supone un revulsivo a negocios hasta ahora enfocados a un público mayormente local.
- Elimina la necesidad de construir para eventos puntuales. Uno de los logros que Airbnb celebra es haber evitado la construcción de nuevos hoteles en Brasil que serían infrautilizados después de los Juegos Olímpicos de 2016. Este hecho se puede extrapolar a cualquier ciudad con eventos que sistemáticamente consiguen llenar el 100% de la ocupación hotelera existente.
- Pueden servir como herramienta de redistribución de la riqueza. Leon Bobbe, CEO de la fundación holandesa de vivienda Social ‘De Key’ ha planteado que los arrendatarios de sus viviendas puedan alquilarlas a través de Airbnb. De hecho, durante un debate en la conferencia ‘Civic Economy’ celebrada en octubre en Amsterdam se planteó que los límites temporales a alquilar una propiedad privada estuvieran ligados, no sólo a la zona donde está el espacio, sino también a la renta de la persona que lo alquila. En ese caso se conseguiría llevar más turistas a zonas más deprimidas de la ciudad y además dar la posibilidad de obtener mayores ingresos extras a las personas que más lo necesitan.
A pesar de que estos argumentos ya han convencido a varias ciudades del mundo que han empezado a utilizar esta situación en su propio beneficio, la situación en las dos mayores ciudades españoles está lejos de ser una regularización sensata. De momento Madrid lo ha prohibido para estancias menores de 5 días y Barcelona ha multado a la compañía dos veces, solicitando que eliminen todos los anuncios que no estén dados de alta como alojamiento turístico.
El caso de Barcelona
El tema en la ciudad Condal es paradójico porque la polémica viene acompañada por el hartazgo vecinal desde hace años por el uso que grandes empresas del sector hostelero hacen de este tipo de alquileres, que incrementa el nivel de ruido por las noches y hace que aumente el precio del alquiler en los barrios donde la oferta de este tipo de apartamentos. En lugar de aprovechar el momento para hacer una regulación que luche contra el fraude y piense a la vez en los vecinos se está potenciando el papel de grandes empresas y por la prohibición de la economía colaborativa.
Madrid y su (anti)estrategia turística
El caso de Madrid diría que es todavía peor. En una ciudad donde el turismo ha descendido claramente en los últimos años (no voy a entrar en guerra de números), una regulación así de prohibitiva (la media de estas estancias es de 3,2 días) no parece tener mucho sentido. Madrid necesita reinventar su turismo atrayendo a visitantes de todo tipo y los alquileres peer-to-peer pueden ser clave para conseguir ese objetivo. De momento, y en línea con lo que ha venido haciendo los últimos años, Madrid protege al empresariado y cierra la puerta a otro tipo de negocios y oportunidades.
En cualquiera de los dos casos y de otras ciudades y regiones que están abordando esta situación mis consejos son claros. Primero, que se regule pensando en la ciudad y la población tanto desde el punto de vista general como particular, limitando la influencia en esta del sector hotelero, por muy fuerte e importante que sea. El segundo consejo es que se realicen procesos de participación ciudadana y de negociación con empresas intermediarias como Airbnb, Niumba-Trip Advisor o Only-Apartments para encontrar puntos comunes de acuerdo.
La economía colaborativa puede ser muy beneficiosa para nuestras ciudades y ciudadanos pero requiere límites claros si no queremos que se vuelva en contra del interés general. En el caso que nos ocupa, está en nuestra mano regular para conseguir mayores ingresos a través de impuestos y para aumentar el número de turistas o distribuirlos mejor. Si conseguimos hacerlo bien, saldremos todos beneficiados.
Sito Veracruz, Urbanista (@sitoveracruz)
Créditos de las imágenes: Imagen 1: Imagen promocional de Airbnb (fuente: http://blog.airbnb.com)
Imagen 2: Manifestación contra apartamentos turísticos en Barcelona
(fuente: http://www.carlosgarciaweb.com)
Imagen 3: Manifestación a favor de la descentralización del turismo y de los alquileres entre particulares.
(fuente: http://www.carlosgarciaweb.com)
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