Revista Opinión
Soy ya muy viejo y estoy definitivamente cansado, de modo que pienso que vdes. me perdonarán que trabaje hoy sin demasiado rigor en mis citas legales. Estoy fuera de mi domicilio habitual y no tengo a mano mis códigos ni leyes, así que me voy a permitir citarlos de memoria. Vdes. perdonen si se produce alguna imprecisión que tampoco creo que sea muy grave.
Desde los padres Vitoria y Suárez, se admite implícitamente la posibilidad de rebelarse contra el tirano e incluso darle muerte. Y tirano es el que gobierna al pueblo sin atenerse a la justicia.
Desde JJ Rousseau y su Contrato social, sabemos que los dirigentes políticos de cualquier procedencia, si gobiernan, lo hacen en virtud de un contrato social convenido siquiera sea tácitamente y nuestro Código civil establece en su artículo 1124 que la facultad de resolver las obligaciones se entiende implícita en las recíprocas para el caso de que una de las partes no cumpliere la que le incumbe.
Y otra serie de artículo más del mismo código , cuyos ordinales no puedo recordar, dicen, más o menos que será nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo y que hay dolo cuando con palabras o maquinaciones insidiosas es inducida una parte a prestar un consentimiento que de otra manera nunca hubiera dado.
Creo, además, que todo esto tiene de algún modo cabida en esa Constitución que de tan mala manera nos enjaretaron el inefable Fraga y sus malhadados compinches, mediante el establecimiento de instituciones legales tan falsas como la moción de censura y la de confianza, pero, como digo, todo lo que dice este puñetero texto no es más que furufalla para que nuestros vergonzosos partidos políticos puedan presumir fuera de España de que aquí TAMBIEN hay democracia.
Pero el Derecho Civil, recogido en nuestro código del mismo nombre, es una vieja ley que se transpuso directamente del Código de Napoleón y es una ley decente, demasiado decente para que esta gentuza la cumpla.
Ante cualquier tribunal del mundo, que no fuera español, una demanda de resolución del contrato de gobierno estipulado entre el electorado español y esa vergüenza internacional que se llama Rajoy prosperaría indefectiblemente porque que concurre lo que en Derecho se denomina confesión de parte y por lo tanto no necesita de más medios de prueba: el propio sinvergüenza ha dicho públicamente que está haciendo todo lo contrario de lo que prometió en su campaña electoral, luego la existencia de dolo contractual que anula plenamente el contrato que el tipejo este estableció con los españoles, es nulo de pleno derecho y, si él no dimite espontáneamente como debería de hacer si tuviera un resto de decencia que no lo tiene, cualquier demanda de cualquier ciudadano español interpuesta ante el tribunal que en Derecho sea competente debería dar al traste con este gobierno tan ignominioso.
Porque de que este tío tan sinvergüenza dimita no existe la menor posibilidad ya que ha demostrado que no tiene ni el menor atisbo de decencia cobrando 3 espléndidos emolumentos mientras ha condenado al hambre y a la miseria a más de la mitad de todos sus conciudadanos.